A los 17 años, la hija mayor de Jorge se sometió a la operación conocida como bypass gástrico para superar su obesidad, que también le provocaba otras enfermedades. En los últimos cinco años enfrentó el dolor que genera la discriminación. Pero pidió ayuda, y su padre, hermana y amigos la apoyaron en una decisión que puede cambiarle la vida.
Desde que tenía doce años, Morena Rial comenzó a sentir el dolor que produce la daga de la discriminación. En las redes sociales, en la escuela, en la calle, en un baile o en una cola para entrar al cine. Todo este tiempo lo soportó como pudo, con valentía pero con suma tristeza. Hasta que hoy, a los diecisiete, dijo “basta”. Una noche le dio el beso más afectuoso a Jorge (54), su padre, y le dijo que deseaba operarse para solucionar sus problemas de obesidad, poner en orden su salud y dejar de sentirse excluida por aquellos que la herían gratuitamente. El periodista la abrazó muy fuerte, la contuvo, y de inmediato se comunicó con el doctor Oscar Brasesco (47), el médico argentino más reconocido por su experiencia en practicar lo que se conoce como bypass gástrico, que reduce la capacidad del estómago y provoca una baja de peso paulatina pero efectiva.
A partir de ese día, tanto Jorge como Rocío, su hermana, se propusieron generar una red de contención que le evitara a Morena cualquier contratiempo. Y lo lograron a base de amor, tan simple como eso. Siempre los tres muy juntos, unidos a fuerza de cariño, como lo vienen haciendo desde siempre. Y el día tan ansiado llegó: el martes 12 de julio fue intervenida con éxito en el sanatorio Finochietto.
La noche previa, la adolescente escribía conmovida en su cuenta de Instagram: “A horas de mi operación, es difícil tratar de contar o poner en palabras cuánta discriminación me tocó vivir, recibir, sufrir... Cada uno pondrá la palabra que más le guste. Tanto se habló, tanto se me juzgó sin saber cuánto la vengo luchando hace tiempo. Hablo desde el lugar de discriminada, de haberlo sufrido, de no saber dónde está el límite de la maldad de esos que juzgan, critican, se ríen... Y es mucho más extenso que sólo una maldad recibida por personas, que lo hacen detrás de una computadora, en el colegio, en la calle. La discriminación existe y lastima. Mañana se lleva a cabo mi decisión, que pensé mucho, de la que tengo el apoyo incondicional de los que amo. Gracias a los valores enseñados en casa, nunca me sentí en el lugar de tener que dar explicaciones por las decisiones que tomo o decido llevar adelante. No pretendo frenar la discriminación con mi mensaje, sólo contar este lado de la historia, esta verdad. Y siempre agradecer el amor que nunca me faltó en casa, el amor de mis amigos, razón suficiente por la que salgo adelante y nada me derrumba. Sean felices. Sin juzgar y sin ser juzgados, viviríamos todos un poquito mejor. Mañana 12 de julio, es mi gran día: nervios, ansiedad, pero feliz, consciente, más acompañada que nunca. Amen a sus seres queridos, acompañen y apoyen; no se dan una idea cuánto alivia el alma”.
EN EL NOMBRE DEL PADRE. Jorge, sacudido por el mensaje de su hija, también le envió el suyo: “Llegó el momento. El primer día del resto de tu vida. De decirle adiós a una parte dura que te tocó vivir, pero a la que enfrentaste con una valentía increíble. Nada fue fácil. Pero eso te hizo, y nos hizo, más fuertes. Nunca bajaste los brazos. Nunca te diste por vencida. Nunca dejaste que las lágrimas nublaran la visión del camino. Vos luchaste por el cambio. Por tu futuro. Por tu vida. Contra todos. Pero también con todos. Pocos tal vez. Pero buenos. Acá estamos para acompañarte como desde el primer día. Tu hermana Rocío, compañera de alegrías y tristezas. Tu par en este difícil tránsito por la vida. Tus amigos, que supieron ver más allá de lo que se veía para llegar a lo que realmente sos. Y yo, un padre que fue aprendiendo a tu lado. Con más errores que aciertos. Pero con una sola cosa clara: que te amo. Y con eso solo, a veces, te acompañé en cada decisión. Sos una valiente y una sobreviviente. Contra eso nadie puede. Acá estamos, Rocío y yo, para agarrarte de la mano y decirte que estaremos siempre junto a vos. Hoy empieza el primer día del resto de tu vida. Que sea con una sonrisa y mucho amor. Te amo. Y gracias por enseñarme a ser padre”.
ES LA HISTORIA DE UN AMOR. Recién el año pasado Rial, ya divorciado, contó en detalle cómo llegó Morena a su vida: “Fue desde que nació. De hecho, su mamá biológica estuvo los dos últimos meses de embarazo en la casa de mi vieja. Ya había dado otros hijos en adopción y la beba que esperaba pensaba darla también. Era una chica muy joven del interior, que había tenido varios hijos”, reveló en una charla con la revista Pronto. Y agregó: “Nació la beba, se hizo un sorteo en el juzgado y nos dieron primero la guarda por seis meses. En ese tiempo, la madre biológica puede oponerse y llevársela, y la asistente social o el juez pueden quitártela (...) Nunca apareció y jamás permitiría que me pidiera nada. Morena tenía otro nombre, que fue el que le puso su mamá biológica. Cuando nos dieron la tenencia definitiva, fuimos al Registro Civil y le pusimos Morena. Ella sabe todo sobre su origen. Una vez le dije si quería consultar los registros, para obtener todos los datos de la madre biológica, pero ella me dijo que no”, escribió emocionado.
Pocos saben que Jorge lo intentó todo con el objetivo de que su hija bajara de peso y mejorara su calidad de vida. Hasta montó en el living de su casa del Bajo Belgrano una especie de mini-clínica, donde confluían nutricionistas y entrenadores, pero el esfuerzo que realizaron Morena, la familia y los amigos no dio los resultados esperados. “Morena sufre obesidad y resistencia a la insulina. Este problema tal vez sea de herencia genética y, por suerte, lo hemos podido bajar un poco. Si no lo parás a tiempo, además de no bajar de peso, te tenés que inyectar todos los días. El año pasado apuntamos a la salud: logramos bajar mucho el colesterol”, decía por entonces el conductor, mientras su cabeza no paraba de pensar soluciones para la salud de su hija, que por más esfuerzos que todos hacían, no llegaban.
CAMINO A CASA. El jueves 14 de julio, Morena ya sonreía en su hogar. Su papá publicó en Twitter: “Ya está mi hija @moorerial en casa. Todo lo demás no importa”. La adolescente no podía ocultar su felicidad por tantas muestras de cariño.
Por Miguel Braillard. Foto: Julio Ruiz, Fran Trombetta y archivo Atlántida.