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14/06/2014 13:43 hs

Letizia, una pieza clave para apuntalar al nuevo rey de España

Internacionales - 14/06/2014 13:43 hs
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Van a todos lados juntos, en lo posible de la mano. Se miran y sonríen. Se besan después de un discurso. Se dicen cosas al oído.

Cinco días antes de convertirse en reyes de España, Felipe de Borbón y Letizia Ortiz interpretan en público el papel del matrimonio perfecto. Quizá sea una legítima expresión de amor y complicidad, pero seguro representa la escena que soñaron y para la que trabajaron angustiosamente los estrategos del plan para recuperar el prestigio de la Corona.

Es un juego de contrastes en el que Letizia es la pieza clave. No será la mujer sumisa y excluida de cualquier actividad relevante que no fuera ordenada por el protocolo en que convirtió Juan Carlos I a su esposa, Sofía de Grecia.

En la Casa Real advierten que la futura reina será "parte del equipo" de Felipe VI, su complemento para ejecutar la difícil misión de modernizar y secularizar la monarquía, en tiempos en que crece el reclamo a favor de volver al sistema republicano.

Hasta los fundamentalistas de la realeza que hace diez años se rasgaron las vestiduras al ver transformarse en princesa a una plebeya -divorciada, periodista y de aires bohemios- creen ahora que Letizia es la mujer ideal para apuntalar al próximo rey Borbón.

A ella se le atribuye mucho peso en la toma de decisiones de su marido; en su imagen, en la elaboración de los discursos, en la estrategia política cuando debió enfrentar las sospechas de corrupción en la familia real. "Letizia le aportó al heredero una cercanía a la realidad muy valiosa y tuvo gran influencia en la mejora notable de la capacidad de comunicación de Felipe", dice José Apezarena, biógrafo del príncipe y autor de Felipe y Letizia. La conquista del trono.

El historiador Santos Juliá coincide en la relevancia que puede adquirir la futura reina. "Creo que contribuirá a la secularización de la monarquía, acercándola en mayor medida a la clase media de la que ella procede. Afortunadamente nunca pretendió adoptar aires aristocráticos y se comportó siempre como una profesional de clase media."

A la Casa Real no le resultó fácil cristalizar la imagen de unidad que transmiten Felipe y Letizia. En realidad, siempre fue traumático gestionar a una princesa que parecía renegar del protocolo de la nobleza, muy celosa de la intimidad de su familia y considerada por muchos españoles como una persona distante, fría.

Hace un año, la prensa del corazón -que en España muchas veces ventila verdaderas cuestiones de Estado- publicaba versiones de una seria crisis matrimonial de los príncipes. El detonante fue que no pasaron juntos las vacaciones oficiales en Mallorca. Los rumores se potenciaron con la publicación de fotos y relatos de las salidas nocturnas de Letizia con sus amigas, mientras Felipe agotaba los días solo, cumpliendo con su agenda de Estado. "Atraviesan altibajos como cualquier matrimonio", argumentó luego el Palacio de la Zarzuela, en una aclaración inquietante.

Para colmo, la popularidad de Letizia no termina de despegar. Una encuesta de Sigma Dos, publicada por El Mundo, reveló esta semana que su imagen positiva es del 54%, contra un 70% de Felipe y un 78% de la reina. Todo sobre ella despierta polémicas: si sufre anorexia o simplemente es muy flaca, si se hace operaciones estéticas, si aísla demasiado a las infantas.

Tras el verano boreal pasado, los príncipes encararon el lento retorno a la normalidad. En septiembre se mostraron muy unidos en Buenos Aires, donde Felipe viajó a defender la candidatura olímpica de Madrid para 2020. Dos meses después acataron una sugerencia de la Zarzuela. Viajaron con sus hijas a Almería y a Granada, sin anunciarlo a la prensa y sin custodia a la vista. La noticia de la escapada feliz llegó a los medios a través de las redes sociales, que se llenaron de mensajes y fotos sacadas por gente común que se topaba con los príncipes en lugares públicos.

Este año, la agenda de Letizia se incrementó. Se rindió a cumplir profesionalmente con el protocolo. Dejaron de airearse rumores sobre sus salidas nocturnas, salvo las que hace con su marido. Incluso aceptó por primera vez, en marzo, que sus hijas Leonor y Sofía aparecieran con ellos en un acto oficial.

Desde el anuncio de la abdicación, Letizia estuvo al lado del príncipe en 12 actividades protocolares, vestida casi siempre con discreción. Y mantuvo su agenda personal. Los conocedores de la realeza le atribuyen a Felipe un gran apego a su entorno, una "mesa chica" que lo ayudó a tomar las decisiones relevantes en su carrera. Allí, coinciden, ninguna voz pesa más que la de Letizia. Tal vez radique ahí el gran desafío de la primera reina de España sin sangre azul. (La Nación)

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