La Corona española no está para fiestas. Obsesionado con aquietar el mal humor social con la monarquía, el príncipe Felipe ordenó preparar una ceremonia austera, sobria, casi minimalista, para el día de su proclamación con nuevo rey.
No habrá desfile de carrozas por la ciudad. No se cursaron al menos por el momento invitaciones a presidentes extranjeros ni a los miembros de la nobleza europea. Tampoco se oficiará una misa solemne como ocurrió en 1975, después de la jura de Juan Carlos I.
"Es un acto solemne que reflejará la continuidad y estabilidad del Estado", señaló ayer una fuente de la Casa Real que brindó detalles del proceso de sucesión dinástico abierto el lunes con la sorpresiva abdicación del rey Juan Carlos.
Felipe VI se presentará a los españoles con traje de gala militar el miércoles 18 o el jueves 19 (la fecha definitiva no se terminó de fijar, en parte porque depende de la resolución de un trámite parlamentario).
En el hemiciclo del Congreso, jurará fidelidad a la Constitución delante de la corona y el cetro, reliquias que simbolizan la unidad de España, y después leerá el discurso en el que marcará las líneas centrales de su reinado. De allí, partirá hacia el Palacio Real, donde ofrecerá una recepción a los líderes de los partidos políticos, los presidentes regionales y los embajadores acreditados en España.
Tanto en el gobierno como en la Casa Real existe preocupación por la proliferación de protestas republicanas que siguieron al anuncio de la abdicación de Juan Carlos. Aunque sostienen que la monarquía mantiene un apoyo mayoritario, son conscientes de la dramática pérdida de prestigio que sufrió la institución a partir los escándalos de corrupción en la familia Borbón y las conductas poco ejemplares de Juan Carlos en los últimos años.
Por eso, a la hora de presentar el relevo en el trono se consideró prioritario mostrar sensibilidad con los tiempos de penurias económicas que vive gran parte de los españoles.
Se descartó de entrada una celebración popular y grandilocuente al estilo de la que vivió el año pasado Holanda durante la coronación de los reyes Guillermo Alejandro y Máxima. Se parecerá más bien a la ceremonia discreta -algo gris- con la que asumió dos meses después Felipe de Bélgica.
El gobierno de Mariano Rajoy remitió ayer un informe al Congreso de los Diputados en el que asegura que el trámite de abdicación de Juan Carlos y proclamación de su hijo "no implica incremento del gasto público".
La lupa con la que la sociedad mira a la monarquía -cuya popularidad cayó de un 70 a un 35% en los últimos cinco años, según estadísticas oficiales- convierte en un reto aparte la gestión del retiro de Juan Carlos.
EL DEBATE SOBRE JUAN CARLOS
Desde la abdicación estalló la discusión: ¿cuánto costará su mantenimiento, qué protección legal tendrá ahora que pierde su inmunidad constitucional, qué títulos retendrá, dónde vivirá?
La Casa Real dio ayer indicios de respuestas. La cuestión económica quedará en manos de Felipe, que -como marca la Constitución- será el encargado de gestionar el presupuesto que el Congreso concede a la Corona. De esa partida (en 2013 fue de 7,7 millones de euros) saldrá una asignación mensual para el rey emérito cuyo monto se hará público.
Lo más polémico pasa por el estatus legal, sobre todo al tratarse de un rey que se va salpicado por las sospechas. "Sería razonable que mantuviera algún tipo de aforamiento", señaló ayer un vocero del Palacio de la Zarzuela.
No será la inmunidad total que pasará a Felipe como jefe del Estado, pero se trabaja para concederle a Juan Carlos de Borbón fueros similares a los que tienen cientos de diputados, senadores y otros cargos públicos menores. Eso impediría detenerlo y le daría garantías de que sólo podría ser juzgado por el Tribunal Supremo. Como sea, quedará un tiempo "a la intemperie" mientras se cambia la legislación.
Se informó también que Juan Carlos decidió que no asumirá ninguno de sus títulos de la Corona, como el de conde de Barcelona que usó su padre. Un decreto dispondrá que se lo siga llamando rey, con tratamiento de Alteza Real.
Con algo de improvisación, la Zarzuela trabaja también en la preparación de un acto solemne de abdicación, que funcionaría como despedida formal de todo el poder político y económico de España al hombre que reinó durante casi 39 años.
LOS PRIMEROS VIAJES, EN ESTUDIO
Felipe y su esposa, Letizia, estudian viajar a Marruecos, Francia y Portugal después de su proclamación como reyes, prevista para el próximo 19. Un vocero de la Casa del Rey explicó ayer que Felipe hará esos viajes en julio y agosto, mes en el que ya tiene confirmada su presencia en Bélgica para conmemorar el centenario de la Primera Guerra Mundial..