La presidenta cedió y ordenó un aumento salarial de 15,8%; los sindicatos suspendieron las movilizaciones y huelgas durante el Mundial.
Las amenazas surtieron efecto. Ante el temor de una paralización de la policía federal durante el próximo Mundial de fútbol, la presidenta brasileña, Dilma Rousseff, ordenó un aumento salarial para la fuerza, que había advertido que iría a la huelga en medio del torneo.
Ante un panorama de seguridad cada vez más complicado, con protestas anunciadas y promesas de huelgas de diversos sectores, la mandataria dio el brazo a torcer frente a los policías federales y decretó una suba de 15,8% en sus salarios.
Además, el gobierno se comprometió a formar un grupo de trabajo para analizar la reestructuración de la carrera de los agentes, como exigía el sindicato de la policía federal.
"El calendario de movilización está suspendido. Si el gobierno cumple su parte, no vamos a realizar manifestación ni paralización antes, durante o después de la Copa y de las elecciones", señaló Jones Borges Leal, presidente de la Federación Nacional de Policías Federales (Fenapef).
Desde principios de año, los agentes federales reivindicaban un ajuste que equiparase sus ganancias al aumento obtenido por empleados federales en 2012.
Su sindicato aprovechó la cercanía del Mundial para realizar varios actos de presión, y había prometido cruzar los brazos durante el período de la Copa, que comienza el próximo 12 y termina el 13 de julio.
Si bien la policía federal brasileña no se dedica a la lucha contra el crimen en las calles -responsabilidad que tienen las policías civil y militar de cada estado-, una paralización suya hubiese acarreado graves consecuencias logísticas.
No sólo son agentes federales quienes gestionan el ingreso y salida de pasajeros por los aeropuertos internacionales, sino que además tendrían a su cargo la protección de las 32 selecciones que participan en el Mundial. El incremento de salario dispuesto por Rousseff demandará el desembolso extra de unos 165 millones de dólares del presupuesto, según el diario Folha de S. Paulo.
El gobierno ya desembolsó unos 940 millones de dólares para costear la modernización del armamento y el dispositivo de seguridad, que contará con unos 170.000 hombres de la policía federal y estatal, además de los efectivos de las fuerzas armadas.
Como varias policías civiles y militares también reclaman a sus autoridades estatales ajustes salariales, la semana pasada la presidencia autorizó la utilización de efectivos de las fuerzas armadas para la protección de los equipos futbolísticos, así como los traslados entre sus hoteles, centros de entrenamiento y estadios.
El estado de San Pablo, donde se celebrará el partido inaugural la próxima semana, ya aceptó el refuerzo militar, y tendrá unos 4000 soldados en la ciudad, que actuarán junto con 90.000 policías militares estatales.
Una de las mayores preocupaciones de las autoridades son las protestas que planean para el día de la apertura del torneo, en la Arena Corinthians, contra los multimillonarios gastos públicos destinados al Mundial en Brasil.
Desde principios de año, muchos sindicatos y grupos sociales han hecho huelgas y marchas para apoyar sus reclamos salariales y exigir mejores servicios públicos.
Ayer, un grupo de maestros protestó frente al hotel en el que se hospeda la selección brasileña de fútbol, en Goiania, en la región centro-occidental del país.
Mañana, en lo que se espera sea un día de caos en el transporte urbano, pararán los empleados del subte de San Pablo.
AUMENTO BAJO AMENAZA
El Mundial, disparador de reclamos salariales
15,8%
Es la suba de los salarios de los policías federales de Brasil ordenada por el gobierno; Dilma Rousseff accedió a la revisión salarial ante la amenaza de los agentes de realizar un paro durante el Mundial de fútbol que arrancará el jueves de la semana próxima.
La presidenta no tenía mucho margen de maniobra para negociar con los policías federales; las protestas de amplios sectores sociales y gremios contra los gastos que está generando el Mundial la obligaron cerrar acuerdos.