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19/04/2014 10:47 hs

Masivo Vía Crucis del Papa contra la injusticia social

Internacionales - 19/04/2014 10:47 hs
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En una sobrecogedora ceremonia, Francisco pidió recordar a todas las personas "abandonadas bajo el peso de la cruz"; las meditaciones fueron escritas por un conocido arzobispo "antimafia".

Los abusos, la violencia contra las mujeres , la indiferencia, la cultura de exclusión y descarte, la crisis económica, el desempleo, el dinero que gobierna en lugar del servicio público, la inseguridad, el abandono, las drogas, el alcohol. Francisco presidió ayer un Vía Crucis distinto, en el que se relacionó la pasión y muerte de Jesús con los grandes sufrimientos e injusticias del siglo XXI.

En una noche fría, en el Coliseo romano y ante el triple de personas que en años anteriores, el Papa siguió el rito de las 14 estaciones concentrado en la oración, desde una terraza situada en la colina del Palatino en lugar de llevar la cruz.

"En la cruz vemos la monstruosidad del hombre que se deja llevar por el mal", dijo Francisco al final de la sobrecogedora ceremonia, cuando también pidió recordar a los enfermos y a todas las personas "abandonadas bajo el peso de la cruz".

"Jesús, enséñanos que el mal no tendrá la última palabra, sino el amor, la misericordia y el perdón", exhortó el ex arzobispo de Buenos Aires, que llegó y se retiró del anfiteatro Flavio en su Ford Focus, entre los aplausos y vivas de la multitud.

Escritas por monseñor Giancarlo Maria Bregantini, arzobispo de Campobasso-Bojano (sur de Italia) y conocido por sus denuncias contra la mafia, las meditaciones del Vía Crucis estuvieron en total sintonía con lo que predica Francisco, desde que asumió hace más de un año, contra las injusticias sociales y a favor de los más débiles.

La cruz, símbolo del sufrimiento, fue llevada a través de las distintas estaciones por enfermos, ex reclusos, ancianos, una familia, dos personas sin techo, dos ex adictos, dos niños, dos religiosos.

Cuando fue cargada, en la segunda estación, por un obrero y un empresario, la meditación denunció "el peso de todas las injusticias que causó la crisis económica", con sus graves consecuencias sociales: "Precariedad, desempleo, despidos; un dinero que gobierna en lugar de servir, la especulación financiera, el suicidio de empresarios, la corrupción y la usura, las empresas que abandonan el propio país".

Al ser llevada la cruz por dos extranjeros, en cambio, hubo un exhorto a "no cerrar la puerta a quien llama a nuestra casa pidiendo asilo, dignidad y patria".

En la cuarta estación, que evoca el momento en que Jesús se encuentra con su madre, la meditación destacó las lágrimas de todas las madres "por sus hijos lejanos, por los jóvenes condenados a muerte, asesinados o enviados a la guerra, especialmente por los niños soldados".

Además, hizo referencia "al lamento desgarrador de las madres por sus hijos, moribundos a causa de tumores producidos por la quema de residuos tóxicos", en alusión a la mafia y a los negocios que realiza con la basura y que han hecho estragos en el sur de Italia.

Dos personas sin techo cargaron la cruz en la quinta estación, en la que los locutores -conocidos actores italianos- recordaron a quienes ayudan a los demás.

En la octava estación -que evocó el encuentro de Jesús con mujeres-, cuando la cruz fue justamente llevada por dos mujeres, el tema fue la violencia de género.

"Lloremos por esos hombres que descargan sobre las mujeres la violencia que llevan dentro. Lloremos por las mujeres esclavizadas por el miedo y la explotación", pudo oírse, en medio del silencio de los miles de fieles de diversas nacionalidades que seguían el rito con velas y antorchas.

En la novena estación se recordó a los perseguidos, los moribundos, los enfermos terminales, los oprimidos por el yugo: "Te rogamos que levantes del polvo al mísero, levanta a los pobres de la inmundicia, hazlos sentar con los jefes del pueblo y asígnales un puesto de honor".

Una fuerte homilía

En la décima estación, que evoca el momento en que Jesús fue despojado de sus vestiduras, la cruz fue llevada por dos niños. Y la meditación aludió al escándalo de abusos sexuales de menores en el clero.

"En Jesús, inocente, despojado y torturado, reconocemos la dignidad violada de todos los inocentes, especialmente de los pequeños. Dios no impidió que su cuerpo despojado fuera expuesto en la cruz. Lo hizo para rescatar todo abuso injustamente encubierto y demostrar que él, Dios, está irrevocablemente y sin medias tintas de parte de las víctimas", indicó. Hace una semana, el Papa pidió personalmente perdón por el daño causado por los abusos de sacerdotes a niños.

Antes del Vía Crucis, por segunda vez en su pontificado, Francisco se postró en el piso de la Basílica de San Pedro, en señal de penitencia, durante la liturgia de la Pasión del Señor.

En esa ceremonia, a la que asistieron cardenales, obispos, diplomáticos y fieles, el predicador de la Casa Pontificia, Raniero Cantalamessa, sorprendió con una fortísima homilía. Al reflexionar sobre la figura de Judas, que traicionó a Jesús por 30 monedas, fustigó al dinero, que definió el "anti-Dios".

"El apego al dinero es la raíz de todos los males" y "crea una siniestra inversión de valores", sentenció Cantalamessa, que usó ejemplos concretos. "¿No es escandaloso que algunos perciban sueldos y pensiones cien veces superiores a los de quienes trabajan en sus dependencias y que levanten la voz en cuanto se apunta la posibilidad de tener que renunciar a algo, de cara a una mayor justicia social?", se preguntó.

El Papa, que anteayer les lavó los pies a doce discapacitados y ancianos de un centro de la periferia de Roma y que en la misa crismal hizo un fuerte llamado a la alegría sacerdotal, hoy presidirá la solemne vigilia pascual en la Basílica de San Pedro. Mañana, después de celebrar la misa de la Resurrección del Señor, impartirá la bendición urbi et orbi desde el balcón central de la Basílica de San Pedro.

EL MENSAJE DEL PAPA EN SU SEGUNDA PASCUA
  • "La resurrección de Jesús no es el final feliz de un cuento de hadas, no es el happy end de una película, sino que es la prueba de que Dios actúa en el momento más difícil, en el momento más oscuro".
  • "En esta Semana Santa nos hará bien, a todos, mirar el crucifijo, besar las llagas de Jesús y decirle gracias"
  • "Guíanos Jesús de la cruz a la resurrección. Enséñanos que el mal no tendrá la última palabra, sino la misericordia, el amor y el perdón".

Por Elisabetta Piqué  | LA NACION

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