En el entorno del nuevo primer ministro Valls estiman que se acentuarán los esfuerzos para avanzar en la normalización de la deuda con el Club de París
Las primeras decisiones adoptadaspor el nuevo "gobierno de combate" francés influirán sin duda en las futuras relaciones con la Argentina. Giro político a la derecha, división del antiguo Ministerio de Economía y Finanzas en dos entidades completamente separadas y, sobre todo, el área de Comercio Exterior, que pasa bajo el control de la cartera de Relaciones Exteriores. Con esos cambios, tras su reciente visita a París , la presidenta Cristina Kirchner podría tener motivos para preocuparse por el futuro de las negociaciones con el Club de París .
"Que sus compatriotas se tranquilicen: con el nuevo gobierno de Manuel Valls, los esfuerzos de Francia en favor de una normalización de la deuda argentina ante el Club de París serán probablemente más intensos", aseguró a LA NACION una alta fuente del Ministerio de Economía.
La razón es simple: hoy más que nunca, el objetivo del gobierno francés es dopar la competitividad para reducir cuanto antes el desempleo, que se eleva a casi el 10%, principal causa de la severa derrota del gobernante Partido Socialista (PS) en las recientes elecciones municipales.
¿Qué nos conviene más: una Argentina excluida de los mercados o ese gran país capaz de obtener financiación internacional para desarrollar proyectos de envergadura? La reflexión provenía de una alta fuente diplomática francesa, cuando explicaba la decisión del presidente François Hollande de apoyar al país no solo ante el Club de París, sino ante la justicia estadounidense presentando un segundo "amicus curae".
El pago de la deuda al Club de París es, en efecto, la condición sine qua non para que la Argentina vuelva a tener acceso a créditos oficiales para la exportación y a un flujo normal de inversiones privadas. Hoy la mayoría de los grandes inversores, bancos de desarrollo y organismos bilaterales mantienen sus ventanillas crediticias cerradas a las necesidades argentinas.
Pero la decisión de Francia de hacer ese "forcing" en favor del país no responde a una simpatía particular. En el espíritu pragmático francés, se trata de aplicar la política del "win-win" (todos ganan). Una estrategia que París no sólo aplica en sus relaciones bilaterales. La llamada "diplomacia económica", que se transformó en columna vertebral de su política exterior desde la presidencia del conservador Jacques Chirac, se elevó ahora al rango de dogma con el actual canciller socialista, Laurent Fabius.
Al frente de la red diplomática francesa -la tercera del mundo- desde mayo de 2012, Fabius ha hecho de esa "diplomacia económica" el eje de su acción. "El objetivo es poner el Ministerio de Relaciones Exteriores al servicio de las empresas", explican en la Cancillería.
Un plan de acción global fue entregado a cada embajador. Los diplomáticos no son responsables de los contratos firmados, pero el ministerio sigue la evolución del comercio en cada país, reconocen.
Las exportaciones francesas retroceden. En una síntesis sobre comercio exterior, correspondiente a noviembre de 2013, las aduanas alertaron sobre "una contracción neta" de las exportaciones.
Esa inquietud explica la decisión del flamante primer ministro Manuel Valls de sacar el área de Comercio Exterior de Economía, para ponerlo bajo la autoridad de Fabius.
Hollande reactivó esa política con la Argentina, que había sufrido un paréntesis durante la presidencia de Nicolas Sarkozy por sus diferencias con Cristina Kirchner.
Las buenas relaciones bilaterales se potenciaron con la llegada a Buenos Aires del embajador francés Jean-Michel Casa, auténtico peso-pesado de la diplomacia de su país, ex embajador en Israel, en Jordania y ex director general de la Cancillería. Políglota, de 57 años, fue presentido al inicio del quinquenio como el futuro "sherpa" de Hollande.
En esta nueva etapa, fuentes del Palacio del Elíseo y de la diplomacia francesa subrayan los "buenos resultados" de la visita de Cristina Kirchner. Hay quienes desmienten que los representantes de la poderosa central de empresarios de Francia (Medef) se negaron a verla.
Fue ella quien no quiso recibirlos, aseguran. Una actitud que no deja de sorprender, si se tiene en cuenta que una de las condiciones de la propuesta argentina al Club de París es que el pago se realizará en función de las inversiones extranjeras que reciba el país. Al parecer, Cristina Kirchner no tenía interés en escuchar los reclamos de los empresarios franceses sobre las dificultades que tienen para operar en el país.
Ni siquiera hizo mella la insólita referencia de la Presidenta al "doble estándar utilizado por las potencias occidentales" para interpretar los referéndums de Crimea y de Malvinas, segundos después de haber recibido todo el apoyo de Hollande y en su presencia. Los colaboradores de Hollande afirman que ambos se habían puesto de acuerdo durante el almuerzo a solas. "El presidente entendió que era una acotación para consumo interno", precisan.
-¿Y si esa declaración la hubiese hecho Angela Merkel?