La Fiscalía lusa investiga al obstetra del pequeño, que hizo caso omiso a las ecografías que indicaban la presencia de graves malformaciones.
Cuando el bebé Rodrigo nació en el Hospital de São Bernardo de Setúbal (Portugal) el pasado 7 de octubre los médicos auguraban que moriría en pocas horas. La criatura no tenía ojos o nariz, y le faltaba parte del cráneo. Con semejantes malformaciones, apenas se podía esperar que su breve estancia en este mundo fuese lo menos dolorosa posible.
Contra todo pronóstico, sin embargo, dos semanas después de su nacimiento, el pequeño resiste. Su madre, Marlene Simão, rehúsa dejar su lado y pasa las horas animándole para que siga luchando. El cariño materno parece haber dado al bebé la fuerza para desafiar la muerte y superar todas las expectativas de los médicos; según fuentes familiares, el niño ya no requiere respiración asistida, y este fin de semana se le retiró la sonda que le había proporcionado nutrientes porque ya es capaz de alimentarse a través del biberón.
Estabilizada la vida del pequeño, el foco de la atención ahora se centra en las condiciones que hicieron posible que Rodrigo naciera con semejantes malformaciones, y de la aparente negligencia médica cometida por Artur Carvalho, el obstetra que atendió a la familia del bebé. A lo largo de los últimos nueve meses los padres del niño realizaron distintas pruebas rutinarias en la clínica privada Ecosado, donde Carvalho estuvo a cargo del control del embarazo. El médico realizó tres ecografías durante ese periodo, y después de cada una afirmó que todo se estaba desarrollando con normalidad absoluta.
Al enterarse que otra clínica privada de Setúbal ofrecía ecografías 5-D -un tipo de ultrasonido que permite captar imágenes tridimensionales-, la madre de Rodrigo optó por hacerse una, deseando tener un mejor retrato de su futuro bebé. Su desconcierto fue absoluto cuando el técnico que realizó la ecografía le informó que el feto parecía sufrir una grave malformación.
Alarmada, la mujer acudió a Carvalho, pero el obstetra le dijo que no había motivo alguno para preocuparse porque las ecografías 5-D no eran de fiar. El médico le aseguró que no había ningún tipo de problema con el embarazo, y que en poco tiempo tendría a un hijo perfectamente sano entre sus brazos.
CUATRO INVESTIGACIONES DE LA FISCALÍA LUSA
Las afirmaciones de Carvalho ahora están en el centro de una investigación de la Fiscalía lusa, que se involucró en el caso tras recibir la queja formal presentada por la familia del bebé poco después de su nacimiento. Aunque el obstetra evidentemente no provocó, ni podría haber evitado, las malformaciones de Rodrigo, no se justifica la interpretación aparentemente fallida que hizo de las ecografías que realizó.
No es la primera vez que Carvalho ha sido investigado por la Fiscalía portuguesa: en el pasado se han iniciado al menos cuatro procesos en su contra, aunque todos han terminado por ser archivados. En 2011 se presentó una queja formal en su contra por un caso muy similar, en el que una madre cuyo embarazo había sido seguido por el obstetra dio a luz a una niña sin barbilla, con las piernas invertidas, los dedos de los pies fusionados y graves lesiones cerebrales. E igual que pasó con el bebé Rodrigo, a lo largo del embarazo la madre de la criatura fue atendida por el médico, quien realizó todos los exámenes rutinarios y en ningún momento indicó que el feto se desarrollaba de manera anormal. A petición de la madre, el Ministerio Público abrió un proceso, pero éste fue archivado cuando el Instituto de Medicina Legal concluyó que las anomalías eran difíciles de detectar a través de las pruebas rutinarias.
Además de las investigaciones de la Fiscalía, actualmente la Orden de los Médicos Portugueses (OMP) tiene seis procesos disciplinarios activos en contra de Carvalho. Pese a ellos, el obstetra sigue ejerciendo, y durante las últimas semanas ha seguido atendiendo pacientes en Setúbal. A petición de la familia de Rodrigo, el Consejo Disciplinar de la OMP tiene previsto reunirse durante la tarde del lunes para determinar si se debe decretar la suspensión preventiva del médico hasta que se resuelvan los procesos pendientes.
AUSENCIA DE REGLAS SOBRE LAS ECOGRAFÍAS
La Dirección General de Salud lusa establece que las embarazadas deben someterse a tres ecografías a lo largo del embarazo: una entre las 11 y 13 semanas de gestación, en la que se mide la zona cráneo-caudal y la nuca; otra entre las 20 y 22 semanas, en la que se realiza un estudio morfológico y se hace un rastreo minucioso de toda la anatomía fetal en busca de posibles anomalías; y una última entre las 32 y 34 semanas, para valorar el desarrollo y bienestar del feto.
El problema es que en Portugal no hay reglas que definan quién puede realizar ecografías obstétricas: cualquier médico puede realizarlas e interpretarlas sin que necesite tener formación alguna en el procedimiento. Esta realidad es motivo de preocupación para la Sociedad Portuguesa de Obstetricia, que reconoce que muchos médicos realizaban ecografías sin tener idea de lo que están haciendo. Ese desconocimiento y falta de capacidad para interpretar las imágenes contribuye a los errores en el diagnóstico de las malformaciones fetales.
Aunque algunos médicos optan por especializarse en la materia, y unos cuantos incluso se dedican a ello de manera exclusiva, la cantidad de obstetras lusos que siguen realizando ecografías sin tener los conocimientos suficientes es tal que varios órganos colegiales portugueses llevan años estudiando cómo resolver el asunto. De momento no se ha llegado a un consenso que establezca criterios que sean aceptables tanto para los obstetras y ginecólogos, como para los radiólogos, cuyo órgano colegial tutela el área de las ecografías en el país vecino.
Si bien se espera que el escándalo del bebé Rodrigo sirva para promover la resolución de la cuestión, de momento no existen requisitos que sirvan para garantizar la competencia de los obstetras lusos a la hora de realizar ecografías, ni método para fiscalizar la ejecución de estas pruebas en las clínicas de Portugal.