Un participante del exitoso 'Jeremy Kyle Show' se mató días después de ser humillado en directo por el polígrafo.
La fórmula televisiva que explota la miseria humana lleva años inventada. En Estados Unidos, el maestro durante años fue Jerry Springer. Multimillonario, donante del partido demócrata, excandidato a la alcaldía de Cincinnati y la viva muestra del cinismo en el espectáculo. Su réplica en el Reino Unido era Jeremy Kyle. Su programa, igual de egocéntrico que su modelo estadounidense, se llamaba El Jeremy Kyle Show y durante 14 años fue la estrella imbatible de las mañanas en la cadena ITV. Hasta esta semana.
El suicidio de Steve Dymond, de 63 años, ha sacado de golpe toda la repulsión y rechazo que provocaba el mayor ejemplo de lo que se ha venido a conocer como el "porno de la pobreza". No hay mucho truco detrás de un espectáculo tan degradante como rentable por sus niveles de audiencia. Personajes en la cuneta de la sociedad, al borde de la pobreza y embrutecidos en ocasiones por el alcohol son enfrentados entre sí para airear o exacerbar sus miserias. Y un público elegido selectivamente para provocar el escándalo, vestido con sudaderas con capucha y ropa escogida para ser inmediatamente identificada por un estrato de la sociedad británica al que se riega bien de cerveza o vino en la antesala de la grabación del programa.
Dymond, de 63 años, era operario de maquinaria pesada. El pasado 2 de mayo acudió al programa para intentar demostrar a su novia, Jane Callaghan, también presente en el plató, que le era fiel. Fue sometido a un detector de mentiras y falló la prueba. El público, convenientemente enrabietado de antemano, la pagó con él. Abandonó el estudio envuelto en lágrimas. Su casera le encontró muerto poco después.
"Cuando yo y mi hija volvimos a casa después de grabar el programa, le dije que recogiera sus cosas y se marchara", explicó poco después al sensacionalista The Sun la exnovia. Se deshizo en elogios hacia Dymond. Le definió como un hombre lleno de amor y generosidad. Y contó cómo en las siguientes horas no había dejado de recibir mensajes de texto suyos."Solo quiero decirte que lo siento antes de irme. Mi vida no tiene sentido sin ti", decían la mayor parte.
ITV ha anunciado la cancelación definitiva del programa, y su compromiso de no emitir el episodio en el que participó la víctima, "Dado la gravedad de lo ocurrido, hemos decidido poner fin a la emisión del Jeremy Kyle Show", anunció ayer la directora ejecutiva de la cadena, Carolyn McCall. "El Show ha tenido una audiencia leal y ha disfrutado de la profesionalidad de su equipo de producción durante 14 años, pero ha llegado el momento de poner punto final. Los pensamientos y la simpatía de todos los que trabajamos en ITV están con la familia y los amigos de Steve Dymond", añadió.
El equipo del programa ha insistido en que intentó por todos los medios dar con el invitado después de que abandonara los estudios. Y que, a pesar de que Dymond había sido diagnosticado con un grave cuadro de depresión, había presentado una carta de su médico de cabecera en la que se aseguraba que podía participar en el episodio sin ningún problema.
Investigación en el Parlamento
El Gobierno de Theresa May y varios diputados conservadores y laboristas habían reclamando desde principios de esta semana, cuando se conoció la tragedia, que el programa pusiera fin a su emisión. Las autoridades encargadas en el Reino Unido de supervisar los contenidos televisivos revisan ahora el episodio grabado y no emitido y han abierto una investigación. "Las televisiones y las productoras tienen responsabilidad sobre la salud mental y el bienestar de los participantes y la audiencia de sus programas. Y les hemos dejado claro que deben contar con el suficiente nivel de apoyo en los estudios", ha dicho un portavoz de May.
El fiscal de Portsmouth, donde Dymond residía, se encuentra a la espera de lo resultados de la autopsia, pero ya ha indicado que, muy probablemente, se abrirá una investigación penal.
El programa había recibido medio millar de quejas por la dureza de su contenido desde 2011, ante las que la dirección de ITV había hecho oídos sordos. El descenso en el nivel de la audiencia, cada vez menos fiel a la programación matinal y cansada del formato, hacen sospechar que la respuesta de ITV ha tenido más de oportunismo que de arrepentimiento.