Julie Andrews (83) lo tuvo claro desde el primer momento. No pensaba participar en la nueva entrega de Mary Poppins, una especie de secuela del original con Emily Blunt como protagonista. ¿El motivo? No eclipsar a nadie. "No quiere hacer un cameo y que todo el mundo diga 'ahí está la verdadera Mary Poppins'", aseguraron desde la productora tras confirmar que el director, Rob Marshall, se lo había ofrecido. ¿Se puede ser más diva tratando de serlo menos? Claro que cuando uno llega al nivel de Andrews, puede permitirse casi cualquier cosa. Su aparición terminó en manos de otra leyenda de las tablas: la veteranísima Angela Lansbury.
Mary Poppins fue el primer proyecto cinematográfico de Julie Andrews y con el que se llevó su único Oscar. Un duro rodaje del que la actriz puede que no quiera volver a oír hablar nunca -como para rememorarlo, encima, como artista invitada-. Walt Disney, obsesionado durante años con conseguir los derechos de la novela, se fijaba en esta intérprete curtida en Broadway tras su enorme éxito con obras como My Fair Lady. Cantaba, bailaba y encarnaba a la perfecta institutriz. Tal fue la obsesión que no tuvo problema en reagendar el rodaje por ella: Andrews estaba embarazada y así, claro, no podía rodar.
"Acababa de dar a luz a mi hija Emma, literalmente, cuando sonó el teléfono del hospital. Era P. L. Travers [la autora de la novela]", explicaba la actriz en una entrevista. Nerviosa, intentó disuadirla asegurando que todavía estaba un poco mareada por el parto. No lo consiguió. "Eres demasiado guapa para el papel", le soltó a bocajarro. Un mazazo que marcó lo que iba a ser el futuro rodaje. Con un bebé recién nacido y en pleno proceso de divorcio de su primer marido, Tony Walton, Andrews se enfrentaba a su primer rodaje codo con codo con la ya estrella Dick Van Dyke (93). "Estaba aterrada", asegura ahora. "No sabía nada sobre filmar". Tampoco le hizo falta. Tenía a Disney detrás.
"Pensaba que Walt me había elegido por saber cantar y bailar", se autoconvencía Van Dyke, todo un referente de la televisión ya en aquel momento. "Pero fue por unas declaraciones acerca de la pobre situación en la que se encontraba el entretenimiento familiar". El deshollinador más recordado del cine se llevó también la peor parte. Críticas encarnizadas por su mal acento cockney y una relación con Disney complicada.
Alcoholismo y humos
La primera vez que Karen Dotrice (63), la actriz infantil que interpretaba a la hija de la familia, vio a Julie Andrews en el set no podía creer lo que estaba ocurriendo. "¿Mary Poppins fumándose un pitillo?", exclamó un tanto asustada. La actriz encadenaba cigarros entre toma y toma con la misma facilidad con la que Van Dyke apuraba sus copas. Le costó décadas admitirlo, pero la constante alegría vital del actor de la que todo el mundo hablaba no venía, precisamente, por su sobriedad. "Era muy tímido. No podía hablar con nadie. Entonces vi que si me tomaba una copa, me relajaba. Las barreras desaparecían y me convertía en alguien muy social. Así empecé", le confesó a Oprah. "Me costó mucho tiempo dejarlo".
Andrews se esforzó en todo momento por mantenerse muy cercana a Van Dyke, sobre todo en aquellas escenas en las que el esfuerzo físico les pasaba mayor factura. Un clima de aparente relax que Disney fomentaba con muchos tipos de lujos. "Nos instaló a toda la familia en Los Ángeles durante el rodaje", aseguraba Dotrice durante el 50 aniversario del filme. "Nos puso en una estupenda casa en Hollywood con piscina climatizada y los fines de semana nos dejaba usar su jet privado. Si me hubiese salido con la mía, nunca habría hecho esa película".
La maldición de Poppins
Dotrice fue la primera en dejar el cine tras sus experiencias como actriz infantil. "Los niños tienen que ser niños", explica. "He visto a muchos de mis coetáneos pasar por momentos terribles y tener que lidiar con todo tipo de demonios internos". Un enfado por su explotación infantil que contrasta con su vinculación con los aniversarios de la película. La actriz se retiró de la pantalla tras participar en 39 escalones de Hitchcock, volviendo tan sólo ocasionalmente con motivos relacionados con Mary Poppins. De hecho, a diferencia de Andrews, ella sí aceptó un pequeño cameo en la nueva versión.
Menos suerte tuvo su hermano en la ficción, Matthew Garber. Tras una intensa vida en el cine, viajó a India donde contrajo hepatitis. Cuando su padre pudo ir a buscarle, la enfermedad ya se había extendido al páncreas. Fallecía con tan sólo 21 años. La maldición del filme iba asentándose. Glynis Johns, la Señora Banks, carga a sus 97 años con cuatro divorcios a sus espaldas y una carrera que nunca llegó tan lejos como esperaba, mientras que su marido ficticio, David Tomlinson, arrastraba una tartamudez que le supuso un suplicio en cada nuevo proyecto. Van Dyke, casado durante 30 años con la actriz Michelle Triola, se enfrentó a su pérdida en 2009, víctima de un cáncer de pulmón. Años después se casaba de nuevo con Arlene Silver: ella tenía 40; él, 86.
Un duro golpe vivió también la propia Julia Andrews. Tras haberse coronado como una leyenda, la actriz se sometió a una delicada operación en las cuerdas vocales que no salió como debía. "Me dejó sin voz y sin parte de mis cuerdas", confesaba meses después. "Puedo hablar bastante bien, pero no puedo ya cantar mucho". Ni siquiera "con un poco de azúcar" pudo arreglar todas esos problemas.
El Mundo