Este puede afectarnos en diferentes aspectos de nuestra vida, como el laboral o el social. Pero no solo eso, sino que puede influir en aspectos en los que quizás no habíamos pensado, como nuestra vida sexual.
Cómo afecta el estrés a nuestra vida sexual
Pérdida de la libido
Ante una situación grande de estrés, lo más probable es que nos sintamos más cansados, más tensos, preocupados e incluso desanimados. Esto implica, entre otras cosas, que no tenemos tantas ganas de hacer cosas que hasta ahora nos gustaban. Dentro de esta desgana se puede incluir un descenso de la libido, que provocaría que sintamos menos deseo de mantener relaciones sexuales.
Disfunciones sexuales
Altos niveles de estrés pueden llegar a ser la causa de disfunciones sexuales como la eyaculación precoz, la disfunción erectil o la anorgasmia. La presencia del estrés puede dificultar no solo la consecución del orgasmo, sino alcanzar la erección o la eyaculación demasiado temprana una vez conseguida.
Esto se debe a que el estrés provoca que aumenten tanto el cortisol como la prolactina y disminuya la testosterona. Además, causa una descarga de adrenalina, lo que se traduce en la vasoconstricción de arterias como las del pene , entre otras cosas.
Alteración del ciclo menstrual
El estrés también puede afectar a la glándula que controla la tiroides, además de a los ovarios o las glándulas suprarrenales. Esto puede provocar un desequilibrio en el funcionamiento de los ovarios y, por tanto, de nuestro ciclo menstrual.
Es por ello que, en momento de mucho estrés, podemos encontrarnos con alteraciones en las menstruaciones como retrasos, irregularidad o incluso la desaparición temporal de la menstruación. Esto viene acompañado de molestias, pero supone un añadido de estrés si estamos intentando quedarnos embarazadas, ya que lo dificultaría.
Relaciones sexuales dolorosas
Otro de los efectos del estrés en nuestro cuerpo es la disminución en la lubricación. Para una correcta lubricación es posible que se necesite estar en un estado mínimo de relajación además de un flujo de sangre adecuado que el estrés no nos permite alcanzar.
Una mala lubricación provoca que a la hora de mantener relaciones sexuales la penetración sea incómoda e incluso dolorosa. Esta situación puede generar miedo a la hora de mantener relaciones en el futuro y venir a provocar todavía más estrés y ansiedad.
Además de esto, el estrés puede traer otras consecuencias, como problemas con la autoimagen corporal, que también pueden influir en nuestra vida sexual. Además, en muchos de los casos, se trata de la pescadilla que se muerde la cola: el estrés provoca problemas en la vida sexual y dichos problemas generan más estrés.
Cómo evitar que el estrés afecte a nuestra vida sexual
El primer paso, si estamos sufriendo algún tipo de disfunción sexual o percibimos problemas en nuestras relaciones, es acudir a nuestro médico para que nos valore. Otra opción es acudir a un sexólogo o psicólogo que nos pueda ofrecer un tratamiento adecuado para nuestro caso concreto.
Una de las tareas más importantes será la de dotarnos de herramientas para ser capaces de lidiar con el estrés diario y, por tanto, de las consecuencias negativas que tiene en nuestra vida. Para ello, es aconsejable que hagamos deporte, aprendamos técnicas de relajación como la relajación de Jacobson, mejoremos nuestra alimentación, reduzcamos o eliminemos el consumo de alcohol, aprendamos técnicas de respiración, etc.
Deshacernos del estrés conseguirá que podamos dedicar más esfuerzo y de más calidad a nuestra vida sexual. Además de eso, hay cosas que podemos hacer como hablar con la pareja, intentar reavivar el deseo mediante diferentes técnicas como las fantasías o los juguetes, etc. Además, el simple hecho de besar a nuestra pareja puede ayudarnos a reducir nuestros niveles de estrés. Podemos probar a empezar por ahí y quizá consigamos matar dos pájaros de un tiro.