Su historia es distinta. Ella no conoció a la estrella una vez que ésta estuvo consagrada. O dicho al revés: él no fue a buscar a la modelo de moda. Antonella Roccuzzo era una chica normal, hija de vecino trasandino, como tantas miles que todos conocemos.
Allí está lo sorprendente y ejemplar: Antonella demuestra que toda mujer es hermosa. Todas. No sólo las actrices inalcanzables. Solo se trata de dedicarse y, sobre todo, ser feliz. La felicidad embellece. Que nadie lo dude. Lo has hecho bien, muchacha.
Los más cínicos tienen una frase: no existe la mujer fea, existe la mujer de bajos recursos. No nos interesa tal afirmación, tan solo demuestra la incapacidad de ellos para ver la belleza si no está barnizada de kilos de rouge y bikinis caros. El buen observador puede descubrir a la mujer bonita hasta en el transporte público, cansada después de un día ajetreado. Lionel Messi adolescente, soñador, un muchacho que iba con su bolsito a entrenar, tuvo esa sagacidad.
Así lucía Antonella mil años atrás, en la prehistoria del mito messiano. Lionel tenía otra habilidad aparte del dominio de la pelota: sabía admirar la belleza latina que no se muestra con evidencia. Ella no era una vedette ni se enseñaba en lencería en campañas ni nada por el estilo. Pero él la vio preciosa igual. Muy buen ojo.
Cuando nació Thiago, Antonella todavía no era la figura que es hoy. Su reticencia a las entrevistas y los micrófonos la convertían en una figurita difícil, no tan conocida por la opinión pública; todavía su nombre debía venir acompañado del de su pareja para que la gente la ubicara. La pareja tuvo dos hijos más, Ciro y Mateo, y entonces sí, Anto comenzó a lucirse más a la vista de todos.
Se hizo más común verla en bikini, víctima de los paparazzis. Entiéndase bien: fueron estos quienes la buscaron a ella una vez famosa, no al revés.
“Bikinazos”. Ése es el término que la prensa española rosada usa para referirse a las tomas pilladas (otro término español) a mujeres famosas disfrutando del sol. Y así fue que, poco a poco, la chica de barrio se transformo en leiv motiv de los portales. Así luce Antonella. Y qué nadie lo dude, existe belleza en cada mujer, aunque no todos son capaces de verla.