El conjunto de la zona de Alto Comedero en la capital jujeña realizó una labor eminentemente física, respetando los protocolos impuestos para minimizar el impacto del Covid-19.
La entidad, afiliada a la Unión Jujeña de Rugby, regresó a las tareas luego de dos meses de inactividad. Los jugadores que participaron del entrenamiento efectuaron un “curso educativo sobre cuidados de bioseguridad”.
Los rugbiers también debieron completar un cuestionario previo para disipar la existencia de síntomas, mantuvieron la distancia social exigida y respetaron “el número de personas máximas permitidas”.
El club de la Avenida Fuerza Aérea también ejerció un estricto “control de ingresos y egresos de sus instalaciones”, amén de que los baños y vestuarios “solo pueden ser utilizados” en caso de emergencia comprobada.