Era la tarde del 19 de julio de 2017 cuando la pequeña Luna Viera, de tan solo cinco años, fue abusada sexualmente y asesinada en Tío Pujio, localidad ubicada a 133 kilómetros al sudeste de Córdoba capital. El cadáver apareció en el patio de una casa vecina. Había salido a comprar caramelos y nunca más regresó.
Por este dramático hecho, que enlutó a los habitantes de Tío Pujio, quedó detenido Mariano Ángel Guitérrez Cingolani (32) –con discapacidad intelectual descripta como “un retraso moderado”-. Fue acusado por el delito de abuso sexual con acceso carnal y homicidio doblemente calificado por criminis causae y violencia de género.
Cingolani, quien quedó detenido horas después del crimen, se defendió diciendo que golpeó a Luna Viera porque la había encontrado arriba de una tapia robando naranjas de una planta. Sin embargo, la autopsia determinó que la niña murió por “sofocación y obstrucción de vía y resquicio respiratorio”. Además, encontraron restos de semen en su cuerpo y coincidía con el ADN del acusado.
Dos años después, el autor del crimen fue condenado a cadena perpetua en la tarde de este lunes. A pesar de que no era capaz de comprender sus actos y que la defensa intentó usarlo de estrategia, las pericias demostraron que no se trataba de un impedimento para que desconociera la gravedad del hecho.
Por su parte, la mamá de la víctima Gabriela Viera rompió en llanto y aseguró que no era la condena que esperaba: “Nos llena de vacío la ausencia de mi hija. Pero sí esperaba esto para ella”. Además, expresó que todo este tiempo que pasó fue "horrible". "Me cuesta mucho vivir sin mi hija. La busco en cada niño que veo", concluyó.