La provincia de Córdoba, con su variedad de ambientes de bosques, áreas montañosas, depresiones salinas, ambientes acuáticos y extensas planicies cultivadas, alberga una rica y múltiple fauna.

Dentro de toda esta diversidad, hay algunos animales que son más que peligrosos que otros ya que comparten una particularidad esencial: son venenosos. En una serie de informes que LV16 presentará en relación a ellos, hoy nos ocuparemos de las serpientes.

En términos generales, la Provincia alberga alrededor de 35 especies que incluyen boas, viboritas ciegas, culebras y las verdaderas víboras venenosas.

De la totalidad de ellas, sólo cinco resultan de importancia médica por la gravedad de sus mordeduras. Dentro de las serpientes consideradas venenosas, podemos diferenciar claramente dos grupos o “familias”:

1- Primero, las vulgarmente conocidas como “yarará” y “víboras de cascabel” (Familia Viperidae), caracterizadas por su cuerpo robusto y dibujos geométricos de trazos bien definidos, cabeza grande, de forma ligeramente triangular con un cuello evidente y ojos con pupilas verticales.

La principal diferencia con el resto de las serpientes es que si se mira la cabeza de la víbora de costado, se verá el ojo y hacia adelante una de las fosas nasales, como todo animal de este tipo. Pero las yararás tienen entre el ojo y la fosa nasal, otro orificio. Éste es la entrada a la foseta loreal, un órgano termoreceptor característico de ellas. Entonces si alguien la encuentra y ve que tiene ese orificio entre el ojo y la fosa nasal, significa que es venenosa. No hay ninguna otra serpiente que tenga ese orificio.


 
A su vez, dentro de este grupo de yararás, en Córdoba podemos encontrar las siguientes especies:

Yarará chica (Bothrops diporus):  Mide entre 60 cm y 80 cm, aunque puede llegar hasta 120. Tiene cabeza muy triangular en forma de punta de flecha. Entre el ojo y la narina, se distinguen dos cavidades bien notables (fosetas loreales, órganos termoreceptores).

Posee dos grandes colmillos huecos implantados en un corto maxilar rebatible, que le permite acomodarlos dentro de la boca en reposo o llevarlos hacia adelante para morder e inocular veneno. Su cuello es largo, delgado y bien diferenciado del cuerpo, que es de mediano grosor. Las escamas de todo el dorso son notablemente quilladas y poseen una línea longitudinal en relieve, dando el aspecto de piel áspera.  

El dorso del cuerpo es de fondo castaño claro a grisáceo, en ambos lados; posee una serie de más de 25 manchas triangulares o trapezoidales similar a una letra A con base hacia abajo, de color castaño oscuro a marrón o negruzco, con borde sombreado en castaño claro a blanco, que suelen estar unidas en la linea vertebral, dando el aspecto de reloj de arena.



Yarará Grande o Víbora de la Cruz (Bothrops alternatus): Llega a medir hasta 150 cm, aunque las más habituales no superan los 120. Posee una cabeza notablemente triangular o en punta de flecha y cuello delgado bien diferenciado del cuerpo, que es grueso y de aspecto robusto. Al igual que la Yarará chica, las escamas de todo el dorso y cabeza son fuertemente quilladas, dando la sensación de piel áspera.

La cabeza es de color castaño oscuro a negro, presenta un dibujo de color castaño claro a blanco en forma de ancla, tridente, cruz, arco y flecha o ballesta, que apunta hacia delante. 

En el hocico entre la narina y ojo, presenta los dos orificios llamados fosetas loreales. Tiene dos largos colmillos de hasta 15 mm, los cuales son ligeramente curvos, de punta biselada, que le dan mayor agudeza con un conducto interno (comparable a una aguja de inyección) conectados a la glándula de Dubernoy (productora de veneno). Sus ojos son medianos, con una pupila elíptica vertical e iris castaño claro con manchas castaño oscuro. 

El dorso es castaño claro, con una serie de alrededor de 25 grandes manchas arriñonadas en ambos flancos, de color castaño oscuro a negro, en forma de medialuna o “C” con la abertura hacia la región ventral, ribeteadas de blanco, con un dibujo central en castaño claro, similar a una cruz.



Yarará ñata (Bothrops ammodytoides): En promedio, mide 50 cm. Tiene cabeza triangular, posee un hocico respingado y una marca oscura en forma de U invertida en la parte superior de la cabeza que diferencia a esta especie de otras.

Es de color marrón claro o grisáceo, con rombos o barras cruzadas en el dorso, más oscuras o negras. Su vientre es amarillento o blanquecino con puntos marrones y tiene las escamas de tipo carenadas. Al igual que las demás, posee una foseta loreal, alargada verticalmente, que sirve para detectar presas que emiten radiación infrarroja.



Cascabel (Crotalus durissus): Los ejemplares adultos miden entre 100 cm a 130 cm y en casos excepcionales pueden llegar a los 180. Es de aspecto robusto, cabeza triangular, hocico corto y romo. Las escamas de la cabeza son pequeñas y carenadas dando el aspecto de aspereza.

Como ya debe ser sabido a esta altura, entre los ojos y narinas se distingue un orificio muy notable que apunta hacia adelante (foseta loreal).

Posee un corto maxilar rebatible donde se implanta un largo colmillo hueco de punta en bisel, conectado a la glándula de veneno. Es de cuello delgado, largo y bien diferenciado del cuerpo, con un tronco grueso y robusto. Sus ojos son medianos y con una pupila elíptica vertical. 
 


2- Por otra parte, dentro del segundo grupo de serpientes o familias, se encuentra la conocida “coral” (Micrurus pyrrhocryptus, familia Elapidae).

Es una serpiente delgada, con el cuerpo rodeado de anillos completos de colores negro, rojo y amarillo o crema. La mayoría mide entre 50 y 80 cm y únicamente un pequeño número alcanza el metro. Además, son esbeltas y tienen una cabeza pequeña. Su mandíbula no es tan dúctil como las de otras serpientes y por ello sólo pueden tragar presas de estrechas dimensiones. 

Es importante observar que la verdadera coral posee dos bandas claras dentro de cada banda negra, aspecto que la diferencia de las simples culebrillas que no son venenosas.













 Fuente: Serpientes Argentinas; Córdoba Times; Registros Ecológicos de la Comunidad; Uno Santa Fe