«Hasta que no he puesto un pie en Ibiza no me lo quería creer», dijo Teresa Gregorio con su hija Karla en brazos. La española atrapada en Rusia tras tener a su bebé por gestación subrogada ya ha podido regresar a casa tras obtener un salvoconducto del Gobierno de España y un pasaporte ruso para su bebé.

Teresa llevaba desde el pasado 29 de junio de 2015 atrapada en la capital rusa debido a la imposibilidad de obtener un documento de viaje o salvoconducto para su hija, que se negaban a expedir las autoridades españolas al no reconocer el procedimiento de gestación subrogada que en cambio sí está autorizado por la Federación Rusa.

Al final, Teresa ha podido viajar a España con su hija como ciudadana rusa. «De España no he tenido ningún apoyo, me han puesto todas las barreras y alguna más», asegura.

Teresa Gregorio, de 47 años, ha vivido un auténtico infierno en Moscú. No podía regresar con su hija ya que España no la reconocía como suya, pero tampoco podía permanecer en Rusia. El visado a extranjeros no podía prolongarse más de 90 días seguidos durante un periodo de 180 días, pero Gregorio llegó a los 359 días, por lo que ha pasado meses en los que podía ser expulsada del país, condenada a una multa administrativa y que se le prohibiera la entrada en Rusia durante 10 años, obligándola a abandonar a su hija en un orfanato.

Gregorio ha vivido todo un año en Moscú de forma irregular, primero en un hotel y luego en un apartamento, del que tenía miedo a salir: «Vivía con miedo permanente a ser expulsada, miedo a ponerme enferma y no poder atender a Karla, o lo que es peor, a que enfermara ella, ¿dónde iba a ser atendida? No teníamos derecho a ningún tipo de asistencia y nuestros recursos se estaban agotando. Economizaba todo lo que podía priorizando el alquiler ya que no podía quedarme en la calle».

La embajada española en la Federación Rusa se amparaba en que carecía de competencias y que la resolución de que Gregorio, madre soltera y que no había aportado material genético propio, pudiera regresar a España con su bebé nacido en Rusia correspondía al juez encargado del Registro Civil Consular, trasladando el expediente al Tribunal Superior de Justicia de Madrid, que nunca llegó a resolver.

Finalmente, gracias a que las autoridades rusas han expedido el pasaporte ruso a Karla en el que se reconoce a Gregorio como su madre legal, las autoridades españolas han expedido por su lado el salvoconducto para que el bebé pudiera entrar en nuestro país. «De Rusia no tengo ninguna queja porque se han portado fenomenal», asegura Teresa tras aterrizar en Ibiza acompañada de su madre, «con ganas de comer una paella», y de que su hija «pruebe por primera vez el pescado»

Para Dídac Sánchez, presidente de la agencia mediadora Subrogalia: «Este caso es realmente estrambótico. En otros países presentando una resolución judicial como la que tenía Teresa Gregorio el Consulado español procede a la inscripción del menor en el Registros Civil, aunque los padres no hayan aportado material genético propio. Al ser madre soltera, el despropósito que ha sufrido Teresa Gregorio ha sido colosal».

Teresa Gregorio culmina así con éxito su deseo de poder ser madre después de haber intentado infructuosamente la adopción en Nepal y China a través del Consell de Ibiza y del Govern balear.

Después de nueve años y al no conseguir la adopción por cambios legislativos en esos países para situaciones monoparentales, en 2014 decidió acudir a Subrogalia como empresa referente en procesos de gestación subrogada para tramitar este nacimiento en Rusia.

Gregorio abonó un total de 81.575 euros por el conjunto del procedimiento, montante que incluía los gastos de la madre gestante y donante, los gastos médicos y los honorarios de la agencia de 9.075 euros.

El Mundo