La Madre Mónica Astorga Cremona, Superiora de las Carmelitas Descalzas de Neuquén, ha creado un espacio con departamentos para mujeres trans. En la Mañana del Limón dialogó con Daniel Gauna y Julián Colombo donde recorre un camino cuyo horizonte es el amor a la humanidad.
Desde hace más de 14 años trabaja con el colectivo trans, cuya situación de vulnerabilidad es públicamente conocida, pues muchas mujeres trans tienen como única opción laboral la prostitución. “Ellas se acercaron al Monasterio en búsqueda de acompañamiento espiritual y también para poder dejar la prostitución. Empecé a acompañar, venían a rezar y empezamos a ver sus salidas laborales, comenzaron a estudiar y se abrió la primera casita para que compartieran, pero no podían acceder a viviendas por los precios altos”.
Así es que la Madre Superiora de las Carmelitas Descalzas de Neuquén pidió al Gobierno de la provincia un terreno para poder realizar un complejo de viviendas para el colectivo trans.
“Hace 3 años pedí un terreno a la provincia y se armó un proyecto de 12 departamentos, que está a nombre del Monasterio. Las mujeres firmaron un comodato, donde no pagan el alquiler, sólo la luz y el gas y podrán vivir hasta el día que se mueran y allí podrá ingresar otra compañera” relató Mónica a La Mañana del Limón.
Esta iniciativa que es única a nivel mundial y que viene del espíritu emprendedor de una monja a diario se enfrenta con las profundas raíces discriminatorias y prejuiciosas de la sociedad que no acepta semejante acto de amor y evolución.
“Estoy acompañada por mi comunidad, dentro de la institución con personas muy contaditas y fuera algunos me han acompañado, pero sin involucrarse tanto. Hasta la inauguración parecía una locura que no iba a ser posible y hasta hoy algunos esperan el fracaso del lugar. Porque ven a las personas trans como violentas, drogadictas, ladronas que no sirven para otra cosa que la prostitución y esperan que el lugar sea un prostíbulo. Yo vengo trabajando con ellas desde hace mucho y sé el trabajo que están haciendo. De 10 mensajes que recibo, creo que más de la mitad son negativos” cuenta descarnadamente la Madre Mónica.
Sin embargo en las antípodas de estas demostraciones, el Papa acompaña a esta comunidad desde el primer momento, “yo lo conozco desde antes que fuera Obispo y siempre se comunicó. En el 2009 vino acá y me dijo que no abandonara este trabajo de frontera que me había puesto Dios, que contara con Él y hasta el día de hoy me acompaña. Cuando surge alguna dificultad o sé que le pueden llegar comentarios distorsionados le escribo y Él me responde. Ahora con lo de las viviendas le avisé y le mandé las fotos de la inauguración y me escribió. Permanentemente me acompaña y me pide que no deje la oración, la vida en comunidad y que siga adelante”.