De los nueve que seguirán detenidos, seis se encargaban de trasladar la droga y de custodiarla, dos lavaban el dinero en sus respectivas concesionarias y el noveno detenido es el ex jefe de investigaciones de la policía provincial que les ofrecía protección.
Gabriel Bossi era la persona de mayor confianza de Claudio Torres, controlaba y distribuía los envíos de estupefacientes. Sería poseedor de al menos 6 autos.
Mariano Rivarola, además de ser mano derecha de Torres, quedó comprometido con la escucha que lo relaciona con los 3.500 kilos de marihuana secuestrados hace dos años en Entre Ríos.
Él se encargaría del ingreso de droga desde Bolivia y desde Paraguay. Con su hermano era dueño de “El Pollo Loco”, ubicado en Avenida España.
Andrés Rivarola, hermano de Mariano, conocería todos los movimientos. Varios de los inmuebles incautados estaban a su nombre y se presume que los compró para blanquear dinero proveniente de la droga.
Jonathan Becerra se presentaba como empleado de Claudio Torres. Era su mano derecha. Fraccionaba, distribuía y custodiaba la droga.
Cristian Berti, acompañaba a Torres a los viajes que hacía a distintos lugares, entre ellos a Puerto Madryn. Manejaba el kiosco “El 22” y el boliche “Zouk”, propiedad supuestamente de Rivarola. También administraba un lavadero de barrio Alberdi.
Cristian Schiarolli, era el dueño de la concesionaria Automundo, de San Martín al 2200, lugar donde se reunían los acusados y donde se compraban y vendían los autos de la banda.
Jonathan Monserrat era el dueño de Monserrat Automotores, cuyo lugar cumplía la misma función que el anterior.
Osvaldo Gustavo Oyarzabal, ex jefe policial, era quien protegía a la organización.
Gabriela Sueli Suárez, era la pareja de Cristian Ortiz, el cabecilla prófugo que tiene pedido de captura internacional. A Suárez la detuvieron sorpresivamente y pesa sobre ella el mismo delito agravado que prevé penas de entre 12 y 26 años.