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22/11/2019 08:17 hs

100 metros de bandera en el Himalaya

Internacionales - 22/11/2019 08:17 hs
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Nirmal Purja, que ascendió los 14 ochomiles en seis meses, recibe duras críticas por subir a la simbólica montaña Ama Dablam (6.816 metros) una enseña kuwaití de 150 kilos

La incredulidad saludó el anuncio de la primera ascensión de la vertiente norte del Everest a cargo de una expedición china en 1960. Ni las fotos que presentaron, ni el escaso pedigrí del equipo convenció a la comunidad alpinística. En 1975, China organizó una segunda expedición decidida a demostrar de forma inequívoca su paso por el techo del planeta: instalaron en la cima un trípode metálico que más bien parecía un anticipo de una invasión alienígena. En 1980, Martín Zabaleta recogió de la misma cima un pequeño crucifijo abandonado de forma testimonial el año anterior por un equipo polaco. El guipuzcoano demostraba así haberse convertido en el primer español en colarse en la cima del Everest… y devolvió el crucifijo a sus dueños.

El alpinismo como herramienta de propaganda o reivindicación nacionalista conoció su paroxismo en los años en los que se conquistaron los 14 ochomiles del planeta. Durante esa época, la foto en cualquiera de estas cimas enarbolando la bandera de turno desencadenaba un verdadero frenesí de conquista. Pero el caso es que pocas cimas, pertenezcan al macizo que pertenezcan, permanecen limpias, es decir, libres de símbolos religiosos (las cruces se llevan la palma), buzones del club de montaña local, banderines de oración, referencias geodésicas, placas en recuerdo de algún montañero desaparecido e incluso banderas. Pero ninguna tan descomunal como la que se desplegó hace pocos días en la cima del Ama Dablam (6.816 m, Himalaya de Nepal): 100 metros de largo, 30 de ancho y unos 150 kilogramos de peso con los colores de Kuwait.

Detrás de esta operación de mercadotecnia kuwaití se encuentra Nirmal Purja, el exsoldado gurka del ejército británico que hace unas semanas se convirtió en el primer himalayista en ascender los 14 ochomiles en apenas seis meses. A los ojos de la élite del alpinismo, su plusmarca ha quedado ensombrecida por su escasa ética y ahora nadie entiende el despropósito de la inmensa insignia. Ni siquiera las autoridades de Nepal, encantadas con el reclamo de su figura, se han puesto del lado de Purja en esta ocasión: el Gobierno asegura que carecía de permiso para erigirse en gestor y organizador de algo semejante. "No tenían permiso para llevar una bandera tan grande. Si se demuestra que ha roto las reglas, actuaremos", aseguraba a The Himalayan Times el vicesecretario del Departamento de Turismo, Mira Acharya.

Para desplegar la enseña, claro está, alguien debía subirla. Purja coordinó desde el campo base el trabajo de 17 guías sherpas y 20 porteadores nepaleses, quienes subieron la bandera en retales que luego ensamblaron una vez alcanzada la cima. Purja asegura que fue una expedición de Kuwait la que contrató sus servicios (probada como está su capacidad logística) y que "el éxito de la expedición ha ayudado sin duda a promover la campaña del Gobierno nepalés Visit Nepal 2020 en Kuwait". Purja se justifica igualmente señalando que no quedó en la cima resto alguno y que su iniciativa demuestra "la capacidad, igual o mayor que la de las europeas, de una expedición nepalesa con líderes locales y una agencia local en lo que se refiere a gestión del riesgo y desempeño ". Para Purja, su nueva aventura "fortalecerá" las relaciones entre Nepal y Kuwait y "contribuirá" a la economía de su país. No ha declarado cuánto dinero ha cobrado por su gestión.

La comunidad montañera ha criticado duramente el despliegue de la descomunal bandera y uno de los ataques con mayor eco procede de Alexander Hillary, nieto del primer hombre que pisó la cima del Everest, en 1953, de la mano del sherpa Tenzing Norgay: "Estoy consternado por la falta de respeto que has mostrado a tus compatriotas y empleados, por no mencionar lo inapropiado de colocar una bandera extranjera en el Ama Dablam. ¡Debería darte vergüenza!", espetó Hillary a Purja.
El Ama Dablam es una montaña simbólica y de una enorme belleza. Además, no se trata de una montaña técnicamente sencilla, ni un lugar idóneo para que los porteadores y guías de Nepal circulen con trozos de tela de 25 kilogramos a la espalda.

Muchos montañeros no entienden la invasión de símbolos en las cimas: la pequeña virgen tallada en piedra caliza que preside la cima del Urriellu (Asturias) ha sido víctima de lo que algunos califican como actos vandálicos y hay quienes desmontan las cruces que presiden muchas cimas. Los contestatarios argumentan que la montaña es un terreno de evasión, un lugar donde olvidar cualquier cosa que recuerde la vida a ras de suelo.

Fuente: El País 

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