El portero sólo expuso un relato y no permitió que lo interrogaran; realizó una denuncia sin fundamento contra el juez y afirmó que plantaron su ADN en las uñas de la víctima.
Dos meses demoró el portero Jorge Mangeri en contar ante la Justicia su versión de lo que ocurrió en el edificio de Ravignani 2360 el día que mataron a Ángeles Rawson . Su relato sobre lo que pasó en el edificio en el que vivía la adolescente fue muy breve y ocupó nada más que 22 líneas de 60 espacios en una declaración de cinco páginas.
El único acusado por su presunta responsabilidad en el homicidio de la adolescente, de 16 años, no contestó preguntas, dijo que no tuvo nada que ver con el crimen, que nunca tocó a la víctima y afirmó que fue amenazado por la policía para inculparse.
Además, sin aportar ninguna prueba y en una denuncia sin fundamentos, Mangeri acusó al juez de Instrucción Javier Ríos de armar la causa en su contra y de "plantar ADN" suyo en las uñas de Ángeles. "Creo que usted o auxiliares suyos armaron esta causa y plantaron ADN mío debajo de las uñas de Ángeles", afirmó Mangeri mientras se dirigía al magistrado.
La acusación de Mangeri contra el magistrado tenía un error clave. Cuando el juez Ríos se hizo cargo del expediente ya se habían incorporado al sumario los resultados de los estudios de ADN realizados a partir de comparar el perfil genético del imputado con los restos de piel hallados debajo de tres uñas de la mano derecha de la víctima.
Esos restos de piel fueron levantados de las uñas de la víctima durante la autopsia realizada el 11 de junio pasado. Mangeri, fue detenido la madrugada del 15 de junio pasado y ese mismo día le extrajeron muestras de sangre y cabellos para ser sometidos a estudios de ADN.
"Creo que a Mangeri lo mandaron a decir que acusara al juez y lo hizo sin darse cuenta que el magistrado que lo metió preso fue otro. Resultó patético que para defenderse y pedir nulidades hayan mandado a que Mangeri acuse a un juez de la Nación y a una fiscal de andar armando causas contra personas inocentes. Además, la defensa de Mangeri actuó en forma contradictoria. Por un lado se llenaron la boca diciendo que el juez condujo el proceso en forma brillante y por otro su representado acusó al magistrado", expresó el abogado Pablo Lanusse, que representa como querellante a Franklin Rawson, el padre de la víctima.
Fue el momento más tenso del día. Mangeri, visiblemente demacrado y mucho más delgado que la mañana en que salió esposado de la fiscalía, había comenzado a relatar que nunca tuvo contacto físico con Ángeles ni el día que la vio por última vez ni en ningún otro momento, cuando dirigió su mirada al juez.
Entonces, el imputado dijo: "Creo que usted o auxiliares suyos armaron esta causa y plantaron ADN mío debajo de las uñas de Ángeles. En ese momento, el magistrado dispuso que se hiciera constar en actas la afirmación de Mangeri y le preguntó si lo estaba imputando personalmente, a lo que el encargado respondió "sí" y asintió con la cabeza.
Entonces, el magistrado le volvió a preguntar si lo estaba acusando de plantar el ADN y el portero respondió: "Sí", aunque titubeando relativizó la acusación y agregó que "se podría tratar de un error en la pericia".
Luego Mangeri siguió con su declaración en la que abundaban los términos jurídicos. "Le pido al señor juez que por favor me conceda la posibilidad de defenderme y que un grupo de expertos examine los peritajes de ADN para saber si se hicieron bien o se hicieron mal", expresó el imputado.
Así terminó la quinta presentación de Mangeri ante la Justicia. En dos oportunidades se negó a declarar. El 1° de julio estuvo ante el juez Ríos y nada mencionó sobre las supuestas irregularidades en los estudios genéticos, sólo dijo que era inocente y denunció que había sido amenazado por la policía. En su primera presentación, ante la fiscal María Paula Asaro, se inculpó.