El gobierno de Hollande pidió una respuesta enérgica a la comunidad internacional por el supuesto ataque químico
PARÍS.- En un paso de alto voltaje en la crisis que desangra a Siria desde 2011, Francia se declaró ayer dispuesta a recurrir a la fuerza si se confirman las sospechas de que el régimen de Bashar al-Assad atacó anteayer a un suburbio de Damasco con armas químicas.
Esa enérgica toma de posición, la más decidida de una potencia occidental hasta ahora, perdió fuerza cuando Estados Unidos pidió "pruebas concretas" sobre el origen de la masacre y el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas -condicionado, una vez más, por China y Rusia- fue incapaz de llegar a un acuerdo.
La posición francesa fue expresada por su ministro de Relaciones Exteriores, Laurent Fabius, quien solicitó "una reacción de fuerza" de la comunidad internacional. "Hay posibilidades de replicar", dijo.
Fabius precisó que no era "cuestión de enviar fuerzas militares", lo cual "es imposible". Pero agregó que si el Consejo de Seguridad no puede tomar medidas "entonces las decisiones deben ser tomadas de otra manera". "¿Cómo? -concluyó-. No daré más detalles."
En algo, sin embargo, coincide la comunidad internacional: todos piden al régimen sirio que autorice a los inspectores de la ONU, presentes en Damasco, acceder a Ghouta, en los suburbios de la capital, donde anteayer se produjo el feroz ataque que habría causado la muerte de hasta 1400 personas, incluidos una gran cantidad de chicos. El gobierno de Al-Assad hizo oídos sordos a esa solicitud.
Para la oposición siria, que advirtió que los equipos de urgencia siguen descubriendo cadáveres entre los escombros de los bombardeos, cada minuto cuenta para establecer las pruebas del ataque con gases.
Hay, en efecto, un periodo preciso durante el cual los expertos pueden probar casi con certeza la utilización de armas químicas. "Nosotros decimos: dejen entrar a los inspectores hoy o mañana, como máximo", insistió Khaled Saleh.
Unos 30 países, entre ellos Estados Unidos, Francia y Gran Bretaña, habían pedido que la misión de la ONU, que llegó el domingo a Siria para investigar hechos anteriores, pueda acceder al sitio de la tragedia. Pero ese pedido no pudo ser respaldado por el Consejo de Seguridad.
Como sucede desde el comienzo del conflicto, Rusia y China se opusieron a la adopción de una declaración en ese sentido. Moscú se limitó a lanzar un llamado a la ONU y a su aliado sirio a "ponerse de acuerdo sobre una misión de los expertos".
"Hay que asumir que todos los miembros del Consejo de Seguridad son consecuentes con ellos mismos. Todos dijimos que no se podían utilizar armas químicas. Todos hemos firmado el acuerdo internacional que prohíbe su uso. Incluidos los rusos", se indignó Fabius.
Ante la falta de acuerdo en el Consejo de Seguridad, las autoridades de la ONU renovaron ayer formalmente la solicitud de autorización para investigar. Al mismo tiempo, decidieron enviar a Damasco a su alta representante para el desarme, Angela Kane.
Desde Berlín, el jefe de la diplomacia turca, Ahmet Davutoglu, estimó que "todas las líneas rojas" fueron violadas en Siria. "Y sin embargo, el Consejo de Seguridad ni siquiera es capaz de tomar una decisión."
La masacre de Ghouta se produjo exactamente un año después de que el presidente Barack Obama declaró que la utilización de armas químicas era "la línea roja" que desencadenaría una respuesta de Estados Unidos. Desde entonces, sin embargo, la Casa Blanca adoptó una actitud mucho más cauta, aun cuando hay pruebas de que el régimen usó ese tipo de armas en varias ocasiones.
Si las acusaciones se confirman esta vez, Obama se verá sometido a una intensa presión -tanto interna como internacional- para actuar en forma mucho más enérgica.
"Todos saben en Washington y en las principales capitales occidentales que una medida de fuerza internacional sólo tiene sentido si es liderada por Estados Unidos", señala Pierre Servant, experto militar.
Por el momento, la administración norteamericana trata de ganar tiempo exigiendo a Damasco que autorice el acceso a Ghouta a los expertos de la ONU. "Si el gobierno sirio quiere probar su inocencia, debe dejar trabajar al equipo de la ONU, a fin de que todos sepamos qué fue lo que realmente sucedió", dijo el vocero adjunto de la Casa Blanca, Josh Earnest.
Siria sigue negando su responsabilidad. "La utilización de armas químicas durante la presencia de los expertos de la ONU en Damasco sería un auténtico suicidio político", aseguró un alto responsable de los servicios de seguridad sirios.
Ésta no es la primera vez que Damasco utiliza esos argumentos. Ghouta, en todo caso, sigue sitiado y una tromba de bombas se abate sobre ese suburbio mártir.
LA OPOSICIÓN PIDE UNA INVESTIGACIÓN DE LA ONU
La oposición siria denunció ayer que encontró más cuerpos por el supuesto ataque del régimen de Bashar al-Assad con armas químicas y que la cifra de muertos podría aumentar, al tiempo que pidió que los inspectores de la ONU investiguen en forma urgente la zona afectada en Damasco. Las autoridades sirias, en tanto, volvieron a negar su responsabilidad en el ataque, que consideraron habría sido "un suicidio político".
Khaled Saleh, vocero de la Coalición Nacional Siria (órgano que aglutina a la oposición), dijo que el número de muertos podría crecer luego de que descubrieran un vecindario en Zamalka "donde hay casas repletas de personas muertas".
El mandato de los expertos de las Naciones Unidas que llegaron el domingo pasado a Siria está limitado a determinar si fueron utilizadas armas químicas en el pasado en Jan al-Asal (norte), Ataybe (cerca de Damasco) y Homs (centro). Sin embargo, el organismo anunció que el jefe de ese equipo, Ake Sellstroem, inició negociaciones con el régimen para poder investigar sobre el supuesto ataque de anteayer.