En el año 2100 este porcentaje podría ser del 74% si no se reducen emisiones.
En el verano del año 2003 se vivió una de las peores olas de calor en Europa desde que existen registros: durante la primera quincena de agosto se registraron temperaturas entre cinco y 10 grados por encima de lo habitual para esa época. En Francia murieron 11.435 personas, aunque algunas fuentes elevan esa cifra hasta las 18.000. En España, la cifra oficial de fallecidos fue de 141, según el Ministerio de Sanidad, pero, de nuevo, el número difiere. El Centro Nacional de Epidemiología afirmó que fueron 6.500 los decesos por la ola de calor, mientras que los datos del Instituto Nacional de Estadística indicaron que las víctimas mortales fueron casi 13.000.
Hoy en día, el 30% de la población mundial está expuesta a sufrir un calor potencialmente mortal durante 20 días al año o más y, de no reducirse las emisiones de CO2 drásticamente, este riesgo seguirá creciendo. Esta es una de las conclusiones de un estudio desarrollado en la Universidad de Hawaii (Manoa, EEUU) y publicado en la revista Nature Climate Change. Las previsiones para el futuro no mejoran la situación: de seguir emitiendo gases nocivos al mismo ritmo que hoy en día, en 2100 el porcentaje de la población global expuesta a morir por olas de calor será del 74%.
Incluso en un escenario con una reducción de emisiones drástica, el 48% de la población será susceptible de sufrir olas de calor mortales. "Lo más triste es descubrir que, aun haciendo todo lo que podamos por reducir, va a morir gente", explica a EL MUNDO el investigador principal del estudio, Camilo Mora, profesor asociado de Geografía en la Facultad de Ciencias Sociales en dicha universidad.
Amenaza inevitable
Para desarrollar este trabajo, que sugiere que es prácticamente inevitable que el exceso de calor sea una amenaza para la vida humana, los científicos han revisado 911 estudios, publicados entre 1980 y 2014, con datos de ciudades o regiones donde las muertes humanas se asociaban a altas temperaturas. En ellos, los autores identificaron 783 casos donde el aumento de la mortalidad se asociaba al calor en 164 ciudades de 36 países.
En Chicago, en 1993, una ola de calor provocó la muerte de más de 700 personas en cinco días. En París, en 2003, murieron casi 2.000 personas. En Moscú, en 2010, unos 5.000 fallecidos. Son sólo algunos ejemplos que indican que las olas de calor letales ya ocurren con cierta frecuencia, y en muchas ciudades alrededor del planeta.
Con datos como estos, los investigadores identificaron un umbral más allá del cual la combinación de temperatura y humedad se convierte en mortal. Y el área del planeta en la que se traspasa ese umbral durante más de 20 días al año no deja de aumentar. No obstante, Mora matiza que no hay un umbral universal. "Hay lugares donde la gente se muere a 22º y otros donde muere a 33º, lo que determina esa diferencia es la humedad", afirma.
Temperatura y humedad
En este sentido, el experto explica que cuando la humedad es muy alta las temperaturas letales son mucho menores. Esto puede provocar hipertermina: cuando el cuerpo se calienta, la evaporación del sudor hace que se enfríe. Si hay mucha humedad, ese sudor no se evapora y el cuerpo no puede liberar el calor.
Los autores utilizaron tres escenarios desarrollados por el Grupo Intergubernamental de Expertos en Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) para crear un mapa interactivo en el que visualizar estos riesgos. Estos tres escenarios se conocen como Trayectorias de Concentración Representativa o RCP.
De este mapa se desprende que en España, en un escenario sin reducción de emisiones (RCP 8.5), con una concentración de CO2 de 996 partes por millón a finales de siglo -actualmente está en 409 ppm-, en Málaga habría tres días de ola de calor y humedad letales en 2050, y en 2100 el número crecería hasta los 56 días. Con una reducción de emisiones moderada (RCP 4.5), esto es, con una concentración de CO2 de 538 ppm a finales de siglo, en 2050 seguiría habiendo un día de calor extremo al año, y dos días en 2100.
Incluso con una reducción drástica de emisiones (RCP 2.6), es decir, manteniéndolas al mismo nivel que hoy en día a finales de siglo, en 2050 habría lugares como Ciudad de Panamá, con 195 días de ola de calor potencialmente letal al año; Bangkok (Tailandia), donde se sufrirían 173 días de calor mortal anualmente; Nueva Delhi (India), con 63 días al año o Caracas (Venezuela), con 55 días.
El Acuerdo de París
Uno de los problemas derivados de esta situación será el incremento de las "migraciones climáticas". "Cuando le cambias las condiciones climáticas a una especie, va a tratar de sobrevivir adaptándose al lugar o desplazándose a otro sitio", indica Mora, quien añade que ni siquiera con el cumplimiento del Acuerdo de París, firmado en 2015, llegaríamos al mejor escenario. "Las fronteras de los países son las que, desgraciadamente, están haciendo que no podamos resolver esto".
El vicepresidente del Grupo II del IPP y catedrático de Ecología de la Universidad de Castilla-La Mancha, José Manuel Moreno, explica a este diario que este estudio es "muy importante" para tener una visión global de la situación. "La panorámica que da es francamente preocupante, porque habrá mucha gente que sufrirá las consecuencias de un clima en el que será imposible sobrevivir", señala.
El experto indica que, aunque la Península Ibérica no sale mal parada en este estudio, hay que mirar con cierta cautela estos estudios a nivel global. "Tienes que ver el marco general, sirve para obtener la panorámica", explica.
"Esto es algo que se venía anticipando y el estudio tiene unas implicaciones enormes, sobre todo cuando se toman decisiones como la que ha tomado la presidencia de EEUU [salir del Acuerdo de París], sin fundamento científico y poniendo en riesgo a millones de personas", concluye.