Desde Argentina al Vaticano. No por un viaje de placer o por interés cultural. Llegó hasta allá porque luchaba por recuperar a sus hijos.

Es la historia de Gabriela Arias Uriburu, quien en el año 1991 contrajo matrimonio en Guatemala con Imad Shaban, un hombre musulmán. En su relación tuvieron tres hijos: Karim (25), Zahira (24) y Sharif (21). Pero la llegada de los hijos no fue suficiente para sobrellevar el matrimonio multicultural (ella es católica), por lo que en 1997, Gabriela se divorció de su pareja en la Justicia Civil guatemalteca, quien además le otorgó la tenencia de los tres hijos.



Sin embargo, el 10 de diciembre de 1997, Imad Shaban saca ilegalmente a Karim, Zahira y Sharif de Guatemala, y se radica con ellos en Jordania, su tierra natal.

La lucha de Gabriela por recuperar a sus hijos y volver a verlos le llevó “más 10 años”, como cuenta ella, porque justamente diez años después, pudo encontrarse con ellos.

En diálogo con LV16, Gabriela describe que fue una lucha incansable, sobre todo porque “es la primera historia en el mundo que planteaba el derecho de los niños” por encima del de los adultos. Explica que su sostén era pensar en ellos y entender que peleaba por sus hijos.



“Todas las primeras reuniones en el Vaticano eran durísimas. Todo era ‘No’, que ‘era imposible’, pero les decía que no me iba a quedar con eso. Gracias a Dios tuve el estado argentino que me acompañó. La Convención de Derechos de los Niños tiene tratamiento especial en Argentina porque aquí es ley. Entonces se convocó a ley internacional, y esto hizo que Jordania tuviera que acordar la primera visita”, relata.

Recién el año pasado, se realizó un reencuentro total, donde en la graduación de su hijo mayor, Karim, también se encontró con su ex pareja. “El encuentro familiar del año pasado fue un trabajo de ir a la reconciliación y que los chicos pudieran tener tanto a mamá como a papá”, comenta.  
   
Los problemas de niños son de adultos

“Una lagrima de un niño habla de dolores de adultos que no han resuelto”, expresa Gabriela, quien afirma que la niñez y los jóvenes “están abandonados por los adultos y el Estado”.

Ella sostiene que hay muchas realidades donde los problemas de los mayores terminan incidiendo negativamente en los jóvenes y en general nadie se percata de ello. “No hay que poner el razonamiento de un adulto en un chico”, sentencia.