En el sistema digestivo se produce aproximadamente el 50 % de la dopamina y el 90 % de la serotonina total, una sustancia que parte de un aminoácido y que suele llamarse “hormona de la felicidad”, debido a que se encarga del control del impulso, el humor y la saciedad, lo cual mejora el estado de ánimo del ser humano.
Por eso lo que comemos afecta tanto al intestino como al cerebro: “El intestino es nuestro segundo cerebro” la cantidad y calidad de los alimentos que elegimos consumir tienen un gran impacto en el bienestar emocional: ingerir alimentos con poco contenido nutricional y luego tomarse un suplemento no tiene sentido".
Muchos de los comportamientos o conductas alimentarias están más motivados por estados de ánimo que por una necesidad biológica.
Estrés, cansancio, apatía, rabia, frustración, son síntomas que se asocian con la necesidad de ingerir “alimentos confortables” ricos en azúcares y grasas que nos lleva a comer en exceso.
Los efectos que tienen los alimentos dulces o altos en hidratos de carbono (azúcar uno de ellos) es provocar un aumento de los niveles de serotonina en el cerebro por lo tanto producen más sensación de relajación, especialmente en las mujeres. Cuando la serotonina esta baja, hay más necesidad de comer alimentos de este tipo.
Picoteo, sentir necesidad de comer dulce, comer más rápido, crisis de ansiedad e incluso la depresión son señales de llevar una alimentación incorrecta y un estilo de vida poco adaptado a la naturaleza de la persona.
“No estamos diseñados para comer porquerías, mantener poco contacto con la naturaleza y pasar el día estresados y sentados".
Comer demás para tapar emoción, genera un aumento del sentimiento negativo que origina necesidad de seguir comiendo y como resultado un aumento de peso, abandono de las actividades saludables que contribuyen a perpetuar la baja autoestima.
Por lo tanto algunas de las estrategias a trabajar en conjunto son:
1)- Mejorar el estado de ánimo.
2)-Restructurar las comidas y reeducarnos para evitar así alimentarnos descontroladamente.
3)- Utilizar alternativas a la comida para enfrentar estos estados de ánimo, como actividades placenteras que no implican el consumo de alimentos como leer, escuchar música, caminar, yoga, etc.
4)- Aumentar el consumo de fibra soluble e insoluble: Frutas, vegetales, Frutos secos, semillas.
5)- Consumir alimentos fuentes de triptófano (un aminoácido precursor necesario para la formación de serotonina en el cerebro) como lácteos descremados: leche, yogur, quesos, huevo, carnes, banana, frutos secos.
6)-Priorice el consumo de “agua mineral” ante cualquier otra bebida azucarada, el agua es el medicamento más barato, que a diferencia de las gaseosas y juego, nos hidrata y ayuda a eliminar las toxinas del cuerpo entre otras tantas funciones.