Los primeros resultados de la misión que explora de cerca ese planeta sorprendieron a los investigadores.
Algo extraño pasa en Júpiter. Los primeros resultados de la misión Juno, presentados ayer en conferencia de prensa por la NASA y hoy en dos artículos científicos en la revista Science, desafían la visión que los astrónomos tenían del planeta.
En lugar de encontrar un gran ciclón dominando la atmósfera en cada polo como ocurre en Saturno y como esperaba el equipo de la misión, Juno halló un sinfín de pequeños ciclones arremolinándose en las regiones polares. Esto mostró que los polos de Júpiter tienen una atmósfera muy turbulenta, con potentes tornados de hasta 1.400 kilómetros de diámetro.
Es “un fenómeno inexplicable” teniendo en cuenta lo parecidos que son ambos planetas, Júpiter y Saturno, destaca Agustín Sánchez-Lavega, especialista en atmósferas planetarias de la Universidad del País Vasco, España.
También se descubrió un campo magnético descomunal --de 7,77 gauss, unas diez veces más potente que el de la Tierra-- y un campo gravitatorio que tampoco se ajusta con precisión a las predicciones, aunque la diferencia no es tan grande como con el campo magnético. Esto significa que los modelos teóricos del interior de Júpiter son incompletos o erróneos. Además, encontraron un gran penacho de amoníaco en la región ecuatorial que se eleva desde las profundidades del planeta como un géiser en la atmósfera.
Estos son los primeros resultados de la misión desde que llegó al mayor planeta del sistema solar en julio del año pasado. La nave se situó en una órbita elíptica muy alargada alrededor de Júpiter que le permite acercarse a 4.200 kilómetros de las nubes más altas de la atmósfera cada 53 días.
A diferencia de misiones anteriores, que no se habían aventurado tan cerca de Júpiter por temor a que la intensa radiación del planeta dañara sus instrumentos, Juno tiene un asiento de primera fila para escrutar la atmósfera y el interior del gigante. Esto le permite cartografiar con una precisión sin precedentes los campos magnético y gravitatorio del astro, lo que ayudará a comprender cómo es Júpiter por dentro. Además, Juno sobrevuela las regiones polares de Júpiter que ninguna nave había podido observar hasta ahora.
El objetivo último de la misión es comprender cuándo y dónde se formó Júpiter en el origen del sistema solar y cuál fue su historia después. Esto ayudará a comprender la historia del resto de los planetas --incluida la Tierra-- que se formaron más tarde.
Los resultados presentados ayer se limitan a las observaciones realizadas durante tres aproximaciones de Juno a Júpiter que tuvieron lugar entre agosto y diciembre. Los datos aún no ofrecen respuesta a todas las preguntas de la misión, que está diseñada para recoger información a lo largo de 37 órbitas, pero aportan unas primeras pistas sobre la complejidad del planeta.
Las imágenes de los polos, en particular, revelan que las características franjas paralelas al ecuador que se aprecian en las fotos de Júpiter desaparecen a partir de 60 grados de latitud, tanto en el hemisferio norte como en el sur. A partir de ahí, empieza una región aparentemente caótica en la que predominan pequeños ciclones. Son chicos a la escala de Júpiter, con diámetros que se extienden desde menos de 50 kilómetros –-el límite de resolución de la cámara de Juno-– hasta 1.400 kilómetros. Contrariamente a lo que se esperaba, “los polos de Júpiter parecen ser diferentes de los de Saturno”, concluyen los investigadores en Science.
Así, en lugar de hallar similitudes entre planetas, el equipo de la misión encontró diferencias inesperadas. Y si con la pequeña muestra de planetas del sistema solar se observa esta variedad, es posible que los planetas extrasolares sean igualmente diversos y distintos de los de nuestro sistema solar. “La variedad de exoplanetas es tan rica que es de esperar muchos aspectos únicos e inimaginables”, sostiene Sánchez-Lavega.