En los últimos días tomó preocupación nacional el morboso juego denominado La ballena azul, donde muchos jóvenes se ven obligados a cumplir una determina cantidad de actividades que atentan contra su salud.
El mismo ya llegó a la Argentina y
casi se cobra la vida de un chico en San Juan; en el resto del mundo, ya hay más de un centenar de jóvenes que murieron en Rusia, Brasil y México, entre otros países, por cumplir con los requisitos del juego.
Según señaló el licenciado en psicología Francisco Pipino, aumentaron las consultas por autoagresiones de los adolescentes. Explicó que al margen de La ballena azul, hay otras situaciones de autolesiones que realizan los jóvenes para pertenecer a un grupo determinado.
Manifestó que otro de los juegos que está tomando trascendencia es acostarse en la calle y cuando está por pasar un automóvil, correrse.
Pipino explicó que estas situaciones son fomentadas por el uso de las redes sociales y se dan en mayor medida entre chicos de 11 a 16 años. “A partir de esa edad en adelante, la posibilidad de reflexionar o pedir ayuda es otra, lo que hace que el joven pueda tener otros recursos”, sostuvo.
“No se mide el riesgo ni la peligrosidad de lo que se está haciendo”, agregó.
La responsabilidad de los padres
Pipino expresó que el papel de los padres es fundamental, aunque también hizo hincapié en la participación de los docentes. “Los chicos pasan mucho tiempo en el colegio y es un lugar de relevancia. En el caso del joven no escolarizado, hay que tener en cuenta los espacios de socialización para ver la problemática”, opinó.
Por su parte, la licenciada en comunicación social, Laura Pereyra, indicó que hay muchos padres que no ven ni notan las actividades que realizan sus hijos. Según deslizó, “a veces hay señales” de que un joven hace una u otra cosa, pero “hay que estar un poquito más atentos”.
A su vez, concluyó que los mayores tienen "la responsabilidad de estar actualizados porque los chicos nos pasan por encima” y “pueden sufrir situaciones como estas”.