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27/04/2017 07:29 hs

¿La primera colonización de América?

Internacionales - 27/04/2017 07:29 hs
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Un estudio sostiene que la colonización humana de América ocurrió 115.000 antes de lo que se creía. Se basa en el hallazgo de un mastodonte en California de hace 130.000 años. 

El descubrimiento de América, en 1492, se considera una de las fechas claves de la Historia. Naturalmente, los humanos llegaron allí varios milenios antes, aunque no está claro cuándo colonizaron ese continente. Los restos arqueológicos hallados sugieren que los primeros humanos modernos llegaron a América del Norte hace unos 14.500 años. Una teoría cuestionada esta semana por un nuevo estudio que da un enorme salto hacia atrás en esa cronología. Y es que, según sostiene el equipo de científicos del Museo de Historia Natural de San Diego que firma el trabajo, el territorio que hoy es California ya estaba habitado por homínidos hace 130.000 años, es decir, unos 115.000 años antes de lo que se pensaba.

La investigación, publicada en la prestigiosa revista Nature, ha suscitado ya el debate entre científicos. Y es que sus autores no han hallado fósiles ni restos de ADN de ese homínido que habría vivido en América del Norte en tan temprana fecha, sino que su conclusión se basa en pruebas indirectas: el descubrimiento de restos óseos de un mastodonte de esa edad (huesos, molares y colmillos) con evidencias de haber sido manipulados con las piedras que han aparecido al lado y que habrían sido utilizadas como martillos y yunques.

El descubrimiento de los restos óseos del mastodonte -un pariente lejano del elefante, ya extinto- y de esas piedras que, según los investigadores, fueron las herramientas con las que se procesó el animal, se realizó en Cerutti Mastodon, un yacimiento en el sur de California que comenzó a ser excavado a principios de los años 90. Para estimar la edad, utilizaron métodos de datación radiométrica, que concluyeron que tenían 130.000 años de edad (con un margen error de 9.700 años).

Los autores enumeran una serie de características que, en su opinión, descartarían que la disposición y el estado de los huesos y dientes del mastodonte se deban a causas naturales, por ejemplo, a un deslizamiento de tierras o a la acción de algún animal. Por ejemplo, destacan que la distribución de los restos es distinta a la de otros animales encontrados en el yacimiento encontrados anteriormente y que habrían sido enterrados de forma natural; la diversidad de fracturas que presentan (hay huesos frágiles que permanecen intactos mientras que otros más fuertes están rotos) o el tipo de fractura, que indicaría que fue realizada cuando el hueso estaba fresco y por percusión, es decir, siendo golpeado con otro objeto.

No obstante, admiten que su estudio plantea muchas preguntas, como qué especie de homínido era o qué ruta siguieron para llegar a América. Según los registros paleontológicos, hace 130.000 años el Homo sapiens no había salido todavía de África, mientras que los neandertales estaban en Europa.

Polémica conclusión

"El descubrimiento está reescribiendo nuestro conocimiento de la época en la que los humanos llegaron al Nuevo Mundo", ha declarado Judy Gradwohl, presidenta y directora ejecutiva del Museo de Historia Natural de San Diego, en un comunicado de prensa.

"Las pruebas que hemos encontrado en este yacimiento indican que alguna especie de homínido vivía en América del Norte 115.000 años antes de lo que previamente se pensaba", asegura.

Una afirmación que rebaten los dos expertos consultados por este periódico, sin vinculación con este estudio. El paleontólogo José María Bermúdez de Castro, codirector de los yacimientos de Atapuerca (Burgos), considera que "el salto hasta los 130.000 años es una barbaridad".

Según recuerda, el debate sobre la primera colonización de América por Homo sapiens se ha centrado en los defensores de una ocupación temprana, hace unos 24.000 años, y los defensores de una colonización más tardía, hace unos 14.000 años: "Parece que poco a poco las dos hipótesis se pueden conciliar si se consideran los hallazgos en las cuevas de Bluefish (en la región de Beringia), que llegan hasta 24.000 años. Estas primeras poblaciones pudieron quedar aisladas durante 12.000 años por la última glaciación hasta que pudieron entrar en el resto del continente americano hace unos 14.000 años", relata el paleontólogo.

"Considerando que las evidencias más antiguas de nuestra especie en Asia (sur de China) no pasan de 100.000 años, es imposible que miembros de Homo sapiens fueran los autores de las evidencias del yacimiento de California", afirma. "En ese caso, tendría que pensarse en alguna especie anterior, presente en Asia en esa época. El problema es que no hay constancia de que especies como Homo erectus o quizá otras llegaran tan al norte como para entrar por Beringia en América hace tanto tiempo. Todo es posible, por supuesto, pero las evidencias presentadas en Nature por Steve R. Holen y colegas no son muy robustas", argumenta. Beringia fue un puente de tierra que se formó durante la última glaciación entre América y Asia y que fue clave para la migración de plantas y animales.

"Aunque no hubieran encontrado restos humanos, al menos hubiera sido deseable ver utensilios elaborados, como corresponde a una población humana de hace 130.000 años y no solo yunques y martillos de piedra. No puedo decir nada sobre la datación, porque no soy especialista, pero me hubiera gustado ver mejores evidencias para quedar convencido de las conclusiones de los autores de este trabajo", afirma el paleontólogo.

Más crítico se muestra Manuel Domínguez-Rodrigo, codirector del yacimiento de Olduvai, en Tanzania, pues considera que la conclusión de este estudio es "precipitada" y afirmar, a partir de esas pruebas, que hubo homínidos en América hace 130.000 años, "una barbaridad". El científico del Instituto de Evolución en África (Universidad de Alcalá de Henares) lamenta que se publiquen "investigaciones con un contenido científico insuficiente, pero que tienen una gran proyección mediática".

"Cambios de paradigma tan grandes requieren de una completa falta de ambigüedad. Y lo que se ha presentado en este estudio es totalmente ambiguo. Ninguna de las pruebas es concluyente y algunas pueden ser interpretadas por procesos naturales", asegura Domínguez-Rodrigo en conversación telefónica.

Por ejemplo, añade, las piedras que son presentadas como utensilios de piedra no están afiladas y no hay utensilios cortantes: "Las lascas (cuchillos de piedra) han sido las herramientas más usadas en la historia de la Humanidad. Desde hace dos millones y medio de años se han utilizado para descuartizar animales", afirma Domínguez-Rodrigo, que este año es profesor visitante en la Universidad de Harvard.

"En África hemos encontrado piedras de hace más de un millón de años parecidas a las que han aparecido junto al mastodonte y su asociación con el animal puede ser accidental. Esos cantos que muestran en el estudio pueden haberse meteorizado de forma natural, pues su origen es volcánico y y hay varios procesos naturales por los cuales se escaman, por ejemplo, por la humedad", explica.

Por otro lado, asegura que, pese a lo que sostienen los investigadores, esas fracturas que presentan los huesos sí pudieron ser realizadas por animales: "Es verdad que un hueso de elefante puede romperse por la acción del hombre, pero también es cierto que en el Pleistoceno existían animales carnívoros que pudieron hacerlo. Y no uno, sino muchos". Entre ellos cita especies de lobos, hienas o dientes de sable ya extintas.

En su opinión, a este trabajo "le falta un uso intensivo de la tafonomía, una disciplina dedicada a estudiar cómo se forma un yacimiento para poder entenderlo".

Por su parte, José María Bermúdez de Castro cree que "para cambiar lo que se sabe sobre la colonización de América a finales del Pleistoceno Superior tendrían que encontrarse otros yacimientos con evidencias más claras (y si es posible con restos humanos)".

Más crítico se muestra Manuel Domínguez-Rodrigo, codirector del yacimiento de Olduvai, en Tanzania, pues considera que la conclusión de este estudio es "precipitada" y afirmar, a partir de esas pruebas, que hubo homínidos en América hace 130.000 años, "una barbaridad". El científico del Instituto de Evolución en África (Universidad de Alcalá de Henares) lamenta que se publiquen "investigaciones con un contenido científico insuficiente, pero que tienen una gran proyección mediática".

"Cambios de paradigma tan grandes requieren de una completa falta de ambigüedad. Y lo que se ha presentado en este estudio es totalmente ambiguo. Ninguna de las pruebas es concluyente y algunas pueden ser interpretadas por procesos naturales", asegura Domínguez-Rodrigo en conversación telefónica.

Por ejemplo, añade, las piedras que son presentadas como utensilios de piedra no están afiladas y no hay utensilios cortantes: "Las lascas (cuchillos de piedra) han sido las herramientas más usadas en la historia de la Humanidad. Desde hace dos millones y medio de años se han utilizado para descuartizar animales", afirma Domínguez-Rodrigo, que este año es profesor visitante en la Universidad de Harvard.

"En África hemos encontrado piedras de hace más de un millón de años parecidas a las que han aparecido junto al mastodonte y su asociación con el animal puede ser accidental. Esos cantos que muestran en el estudio pueden haberse meteorizado de forma natural, pues su origen es volcánico y y hay varios procesos naturales por los cuales se escaman, por ejemplo, por la humedad", explica.

Por otro lado, asegura que, pese a lo que sostienen los investigadores, esas fracturas que presentan los huesos sí pudieron ser realizadas por animales: "Es verdad que un hueso de elefante puede romperse por la acción del hombre, pero también es cierto que en el Pleistoceno existían animales carnívoros que pudieron hacerlo. Y no uno, sino muchos". Entre ellos cita especies de lobos, hienas o dientes de sable ya extintas.

En su opinión, a este trabajo "le falta un uso intensivo de la tafonomía, una disciplina dedicada a estudiar cómo se forma un yacimiento para poder entenderlo".

Por su parte, José María Bermúdez de Castro cree que "para cambiar lo que se sabe sobre la colonización de América a finales del Pleistoceno Superior tendrían que encontrarse otros yacimientos con evidencias más claras (y si es posible con restos humanos)".

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