Una expedición a bordo del buque Tara recogió muestras de pequeños fragmentos.
Fíjese en la imagen que ilustra esta noticia. La composición podría pasar, quizás, por una obra de arte moderno, pero se trata de una muestra de la variedad de fragmentos de plástico encontrados en las aguas del Ártico, un territorio poco poblado y que hasta hace poco, permanecía relativamente virgen. Fueron recogidos durante los cinco meses que duró la circunnavegación del casquete polar ártico realizada en 2013 a bordo del buque de investigación Tara.
Los resultados de esta investigación, liderada por el español Andrés Cózar, profesor del Departamento de Biología de la Universidad de Cádiz, se publican esta semana en la revista Science Advances.
El análisis de las muestras que tomó el equipo, compuesto fundamentalmente por ingenieros, y el estudio de la ruta que siguieron esos fragmentos de plástico gracias a una red de 17.000 boyas equipadas con geolocalizador, revelan que la mayor parte de esos residuos que han acabado en el Ártico proceden de las costas del Atlántico Norte, en particular de Escandinavia, Reino Unido y la costa Este de EEUU, y fueron arrastrados por las corrientes oceánicas. "Es un camino largo y los fragmentos pueden tardar entre uno y tres años en llegar, dependiendo de la zona de la que partan", señala Cózar en conversación telefónica.
No obstante, según explica, parte de los plásticos recogidos tenían un origen local,: "Esos plásticos están relacionados con el aumento del tráfico marítimo en esa zona pues, debido al deshielo, se ha convertido en una ruta muy atractiva".
300.000 millones de fragmentos
Los fragmentos encontrados en esa remota región estaban concentrados en los mares de Groenlandia y Barents (al este de Groenlandia y norte de Escandinavia). "Globalmente, la cantidad de plásticos que se ha encontrado en el Ártico es pequeña, pues representa aproximadamente el 3% del total de plásticos a nivel mundial. Lo más llamativo es la concentración por área", señala. Según su estimación, hay alrededor de 300.000 millones de fragmentos, la mayoría del tamaño de un grano de arroz.
La procedencia de los microplásticos hallados es diversa: "Son trocitos minúsculos, como confeti de distintas formas y colores, así que es difícil determinar el objeto original del que procedía. Lo que sí hemos encontrado es que la variedad de plásticos es muy amplia. Hay restos de bolsas y de envoltorios, hay trozos más rígidos, restos de redes e hilos de pesca o microesferas usadas en algunos productos cosméticos y pastas de dientes", enumera Cózar, cuya investigación ha recibido financiación de la Fundación BBVA, del Campus de Excelencia Internacional del Mar (CEIMAR) y del Ministerio de Economía y Competitividad.
El ecosistema ártico
En este estudio se han centrado en estimar las cantidades y la distribución del plástico, no en el impacto en el ecosistema: "Determinar sus efectos es un asunto bastante complejo porque los plásticos pueden actuar a distintos niveles y aún no comprendemos bien cómo lo hacen", dice Cózar, que considera, no obstante que estos resultados son "inquietantes por la singularidad del ecosistema ártico".
"El hecho de que se haya constatado la escala global de esta contaminación habiendo utilizado durante unas pocas décadas los materiales plásticos, que son muy persistentes y permanecerán durante mucho tiempo, unido a que somos muy dependientes de ellos, hace que no sea necesario esperar a comprender cuáles serán los efectos para actuar. Es el momento de tomar acciones para mejorar el modelo de gestión de los plásticos", reclama el científico, que en anteriores investigaciones ha puesto de manifiesto la gran concentración de residuos de este tipo que hay por toda la Tierra.
En 2014, su equipo demostró con un estudio realizado durante la expedición Malaspina que les llevó a recorrer el planeta entre 2010 y 2011 que la acumulación de plásticos es un problema que afecta a todo el globo. Según su estimación, hay entre 7.000 y 35.000 toneladas de plásticos flotando en los océanos. La mayor parte está concentrada en los denominados giros oceánicos subtropicales, que actúan como grandes zonas de convergencia de esos residuos. Aún así, la cantidad de plástico encontrada fue inferior a la que esperaban.