Ayer, luego del
atentado con bomba que tuvo lugar en el metro de Rusia, las investigaciones comenzaron a dar sus versiones: fueron varios estallidos, no hubo atacantes suicidas, las víctimas fueron más o menos.
Hoy, al día siguiente de la tragedia que golpeó a la ciudad de San Petersburgo, funcionarios estatales confirmaron que la explosión que dejó 14 muertos y 50 heridos fue producto de un ataque perpetrado por un ciudadano ruso nacido en Kirguistán.
Ahora, lo que la investigación presume es que el ataque fue consecuencia de un ataque suicida con bomba llevado a cabo por una persona relacionada con islamistas radicales, según citó la agencia de noticias Interfax a una fuente de seguridad.
Un portavoz de los servicios de seguridad de Kirguistán identificó al sospechoso como Akbarzhon Jalilov, nacido en la ciudad de Osh en 1995, sin dar más detalles. Kirguistán es una ex república soviética de 6 millones de habitantes, aliada política muy cercana de Moscú y que alberga una base militar rusa.
Rusia está en alerta por posibles ataques en su territorio como represalia a su intervención en Siria, donde las fuerzas de Moscú brindan apoyo a las tropas leales al presidente Bashar al-Assad. El grupo radical Estado Islámico amenazó varias veces con perpetrar ataques en venganza.
Si se confirma que el atacante del metro de San Petersburgo tenía lazos con el extremismo islámico, algunos sectores de la sociedad rusa podrían tener un argumento para sostener que la intervención de Moscú en Siria convirtió en blancos a los civiles del país.
Sin embargo, el ministro de Relaciones Exteriores de Rusia, Sergei Lavrov, dijo que era cínico decir que la explosión en San Petersburgo era en venganza por el papel ruso en Siria, reportó la agencia RIA. Y agregó que el ataque mostraba que Moscú necesita fortalecer su lucha contra el terrorismo mundial.
Hasta el momento, nadie se adjudicó la responsabilidad del ataque.
Fuente: Agencia Reuters