Román Sarria todavía recuerda el día que su familia compró una computadora. Tenía 11 años y esa pequeña decisión doméstica causó una revolución en su niñez. A partir de ese momento, empezó a pasar horas enteras frente a la pantalla, buscando descifrar qué pasaba en el interior de la máquina.



Lo que le pasa hoy a Román, con 24 años, no es muy distinto. “A veces me paso noches completas que todos se van a dormir y yo me quedo leyendo y probando”, cuenta.

Román es desarrollador de software , al igual que Ezequiel Soler (27) y Exequiel Zamar (25), dos cordobeses que se dedican específicamente a la creación de videojuegos. Los tres forman parte de una generación de jóvenes abocados al desarrollo de aplicaciones y programas, una tarea cada vez más extendida de la mano de la masificación de celulares y pantallas.

Bicho raro. Román es uno de los socios de Idomo, una empresa que hace aplicaciones y domótica, la tecnología que automatiza viviendas. Además, produce aplicaciones móviles para una empresa de Estados Unidos. En su ambiente resulta bastante común trabajar para una empresa, muchas veces de afuera, al tiempo que se encara un proyecto independiente. “Es muy difícil ser Facebook, agarrar una idea y decir ‘la pegué’. No suele pasar muy rápido”, opina.

A los 13 años, Román cobró por su primer trabajo: un software de gestión. “Gané 200 pesos que en aquella época era una locura. Actualicé la computadora completa”, recuerda. En ese momento todavía se sentía el “bicho raro del pueblo” en la localidad pampeana de Eduardo Castex. Antes de terminar la escuela, convenció a sus papás de venirse solo a Córdoba. Terminó el secundario y empezó la facultad, pero al tiempo dejó la carrera. Años después, decidió retomar. “Es más para mis padres, que quedaron con esa idea”, reconoce.

Román dice que la pasión por los sistemas no le deja mucho tiempo para otros hobbies , aunque le gusta mucho el cine y no reniega de ver “películas nerd”, como las de personajes de Marvel. Pero debilidad, hay una sola. Se llama Renata y tiene dos años. Todo el tiempo que no paso desarrollando, estoy con mi hija”, cuenta.


Una pasión, un trabajo. “Está tan mezclado mi laburo con lo que me gusta que por ahí no me doy cuenta si estoy trabajando. No sé dónde empieza y termina una cosa”, admite Ezequiel Soler (27).

Como muchos de su generación, Ezequiel comenzó a programar videojuegos cuando era adolescente, y esa pasión lo llevó a estudiar analista de sistemas. Hoy trabaja en una consultora para medios digitales y es uno de los socios de Pixenic, un estudio dedicado a juegos publicitarios y educativos.

Cuando habla de sus proyectos e intereses, Ezequiel se entusiasma. Uno de ellos es un software especializado para tratar la ambliopía, un problema de desarrollo de la visión. Otras de sus producciones tienen que ver con el e-learning (educación a distancia): “Es una área difícil porque tenés que entretener sin que la persona se dé cuenta de que le están enseñando”.

Además, Ezequiel crea juegos casuales para móviles. Asegura que para diseñar hay que jugar mucho. En su caso, le dedica unas tres horas por día al juego con fines analíticos.

Ezequiel dice que en Córdoba hay mucho por hacer en materia de videojuegos. Por eso, parte de sus energías están puestas en crear una comunidad de desarrolladores. “Lamentablemente estamos bastante atrás en comparación con Buenos Aires o Santa Fe”, apunta.

Un jugado. “Yo puedo hablar de esto todo el día”, contesta Exequiel Zamar (25) luego de varios minutos de charla sobre videojuegos. “Son mi pasión. Hacerlos, diseñarlos y jugarlos”, acota.

Estudia la carrera de Simulaciones virtuales y videojuegos, testea aplicaciones para una empresa en Estados Unidos y hace un tiempo, junto a un amigo, empezó a desarrollar juegos publicitarios. “Es por donde se empieza. Es la única forma de monetizar”, explica. Además, es un “jugador hardcore ”, es decir, no sólo juega sino que también estudia las acciones de otros jugadores. “Hay gente a la que le gusta hablar de fútbol o básquet. Bueno, a mí me gusta hablar de videojuegos”, dice sin vueltas.

El joven cuenta que desde niño supo que quería hacer sus propios programas. Eran tiempos de Mortal Kombat, Mario Bros y Pacman, los juegos “de la vieja escuela”.

Admite que a veces tiene que lidiar con el prejuicio de que los videojuegos son cosas de chicos, pero también  sabe que crecer en estos tiempos tiene sus ventajas. “Me muevo en un mundo donde los videojuegos son muy común. Aparte, con Facebook es muy fácil acercarte a gente a la que también le gustan. Quienes la deben haber parido son los que hacían videojuegos hace 20 años”, opina.

Su sueño es prescindir de otros trabajos y dedicarse exclusivamente a desarrollar sus programas, la misma aspiración de muchos jóvenes frente a una industria local aún pequeña. En un cuaderno anotó todos los proyectos que tiene en mente. El listado ya va por los 25, y no se detiene.

¿Qué hace un desarrollador?

Un desarrollador se dedica a realizar programas o aplicaciones. Su intervención puede darse en cualquiera de las etapas del proceso de desarrollo de software: desde la concepción o diseño, pasando por la programación, pruebas y mantenimiento.

¿Qué es una aplicación? Una aplicación es un software con una función específica, diseñada para resolver un problema puntual. Las aplicaciones móviles son aquellas que se hacen para ser ejecutadas en dispositivos como teléfonos inteligentes y tablets. Algunas son gratuitas, otras pagas y otras mixtas (se bajan gratis, pero tienen funciones premium que hay que pagar).

Dónde están. Se consiguen en plataformas como Google Play (para dispositivos Android) y App Store (para Apple).

En video. Los cordobeses que buscan su lugar en el mundo del software.