El estreno mundial del espectáculo del Cirque du Soleil tiene más de arte escénico que circense. A los fans les volará la cabeza.
Un guitarrista toca su instrumento completamente sumergido en un cubo transparente lleno de agua, como si fuera una pecera. Al tiempo, una sirena ingresa y baila a su alrededor. La canción que se escucha en el Luna Park, sí, adivinaron, es Hombre al agua.
Es de los momentos en que Sép7imo día: No descansaréamalgama el universo de Soda Stereo con la estética del Cirque du Soleil. El concepto visual que siempre primó en los espectáculos de la compañía canadiense tendrá muchos puntos altos en los 100 minutos corridos, sin intervalo, que se toma el show para interpretar a los Soda.
Sentado en su butaca lateral o de pie frente al escenario, ¿qué hacer? ¿Dónde dirigir la principal atención a los estímulos, a los cambios, a la remasterización de la música, o a los acróbatas? ¿Los soderos saldrán encantados, espantados o qué? ¿Está el universo que imaginábamos cuando escuchábamos Persiana americana? ¿Cómo reflejarán La ciudad de la furia sin ser porteños?
Cómo congeniar la imaginación y la creación con el universo de Soda. De eso se trata.
Para los fans, Sep7imo día será un espectáculo que les volará la cabeza.
La compañía hizo Love sobre Los Beatles, y no muchos quedaron satisfechos. La interpretación no llegaba a niveles de éxtasis.
¿Qué es Sép7imo día? ¿Una (re)interpretación de la música del trío? ¿Cómo jugará la caja sonora en el estadio en el que el sonido no suele salir favorecido? Y quienes conocen poco y nada de su música, ¿pueden disfrutarlo, o se quedan afuera?
Por momentos Sép7timo día es sencillamente un show con música de Soda Stereo. En esos instantes, como en muchos espectáculos del Cirque, la música pasa a un segundo plano porque lo que apresa la atención son la acrobacia, el despliegue, los trajes, las coreografías y los movimientos. Aquí todo eso está, claro, pero también está la música.
“El comienzo fue un Big Bang y fue caliente”, canta Cerati en Sép7imo día, el tema que da título al espectáculo cuyo estreno mundial fue anteanoche en el Luna Park. Algo de ese calor se siente en el estadio de Corrientes y Bouchard, apenas arranca el show.
Pero lo cierto es que mucho más lo será cuando avance, bien adentrada una hora.
Una voz en off advierte que “a veces en la vida se dan esos encuentros mágicos entre dos personas, pero también entre una banda y su público…. Juntos no tienen límites… Y el amor que comparten es eterno”.
Hay tres esferas sobre el público que cubre el campo (es la primera vez que un show del Cirque tiene espectadores de pie delante del escenario), que representan a cada integrante de Soda Stereo, Gustavo, Zeta y Charly, y se forma una única figura, un triángulo. La voz en off insiste: ellos, cuando tocaban en vivo, llevaban músicos invitados, pero ninguno ingresaba dentro de ese triángulo que formaban el guitarrista, el bajista y el baterista.
Ahora sí: el público podrá ingresar en ella.
Hay, en el campo, un joven enjaulado. Atrapado. Descienden auriculares. Se los coloca y a partir de ese momento, en que escucha a Soda Stereo, se eleva. El joven vuela, literalmente. Tres ruedas con imágenes y luces comienzan a recorrer el campo, con “ellos”, vestidos de negro de pie a cabeza, dentro de cada uno, mientras la gente debe desplazarse, cual show de Fuerza Bruta.
En el escenario, que semeja la corteza de un planeta o asteroide, un astronauta en viaje cósmico planta una bandera con un corazón.