La aparatología ortopédica se remonta a la primera mitad de este siglo cuando en Europa, Andreassen en 1935 desarrolla el llamado sistema noruego de Gnatortopedia Funcional.
Diseña un aparato bimaxilar que cubría toda la arcada superior e inferior e invitaba a la mandíbula a una posición adelantada.
Se fundamentaba en la idea de que los músculos desempeñaban un papel muy importante en la construcción de la mordida, y en que era posible aprovechar esta fuerza para el propio beneficio del paciente, moviendo los dientes mediante la creación de nuevos reflejos neuromusculares comandados por un nuevo engrama cerebral.
De esta manera, la acción muscular actuaria sobre la posición de los dientes y de los maxilares en el espacio, estimulando las zonas afectadas y controlando las sobreestimuladas por la función alterada.
Dicho de otra manera, apoyando y estimulando lo que el paciente tiene a favor y controlando lo que no lo beneficie.
¿Cuándo trabajar con aparatología ortopédica?
En etapa de crecimiento
En términos generales es así, cuando estamos creciendo. Esta etapa abarca desde los cuatro o seis años, hasta los once o trece años, dependiendo de si estamos frente a un paciente varón o mujer.
Como todos sabemos el estimulo de crecimiento para unos y otros varia según el género en algunos años, más o menos.
Es en esta etapa cuando existe la mayor liberación de hormona de crecimiento y el organismo es absolutamente permeable a responder a los estímulos de este tipo de aparatología. En etapas posteriores, se usa con mayor frecuencia la ortodoncia fija o se complementa un tratamiento con ella.
¿Cómo podemos saber cuando estamos en una etapa u otra?
No solamente teniendo en cuenta la edad cronológica, sino también el recambio dentario del paciente. Solamente haciendo una consulta con el odontólogo de su confianza, él le dirá acerca del momento de desarrollo y crecimiento en que se encuentra su hijo o hija. Y si considera oportuno, la consulta con el especialista es aun mejor.
¿Cuál es su durabilidad?
La fase ortopédica tiene duración de aproximadamente uno a dos años, dependiendo de la patología a la que nos enfrentemos y al momento en que se dé inicio al tratamiento.
Durante el primer año es que se producen la mayoría de los cambios, luego entramos en un periodo de espera de la erupción de todas las piezas permanentes.
La primera ventaja es que a esta altura del tratamiento, el terreno sobre el que trabajaran esas piezas permanentes nuevas, estará acondicionado, rehabilitado neuromuscularmente y corregido en su posición adecuada. De este modo, las soluciones ortodoncicas, si es que el caso lo requiere, son mucho más sencillas y se acorta el tiempo de tratamiento.
La segunda ventaja es que los chicos a esas edades están psicológicamente preparados para ser mas colaboradores, atraviesan una etapa de latencia, y no ofrecen ninguna dificultad para el uso. Agregado a ello es importante señalar que la mayor utilización de esta aparatología se realiza en horarios nocturnos, de modo que el paciente está dormido y se habitua rápidamente.
Te invito a que te acerques a nuestro establecimiento y la conozcas.