A partir de los dos años es común que los chicos se enojen con llantos, gritos y patadas y se muestren irritados sin explicación aparente. Esta conducta se conocen como berrinche o rabieta y es una de las grandes preocupaciones de los padres.
A partir de los dos años es común que los chicos se enojen con llantos, gritos y patadas y se muestren irritados sin explicación aparente. Esta conducta se conocen como berrinche o rabieta y es una de las grandes preocupaciones de los padres. Para entender un poco más por qué se producen y cómo manejarlos conversé con Laura Krochik, especialista en crianza y directora de la ACADP (Asociación Civil Argentina de Puericultura).
Krochik explica que "aquello que los padres llaman berrinche es un pedido que los niños hacen de manera insistente y poco clara. Por lo general los niños piden algo que los adultos no escuchamos o no prestamos atención o no descodificamos de manera correcta y el niño ante la frustración que le genera la situación de incomprensión hace un llamado de atención pidiendo otra cosa, ya no la que originalmente necesitaba".
Ante un berrinche los padres deben poner en palabras lo que siente el niño.
Según la especialista en crianza, la mayoría de los berrinches responden a un pedido claro de "mirada, atención, tiempo o escucha de parte de los niños". Muchas veces vivimos tan apurados entre el trabajo y el resto de obligaciones que no vemos que los chicos nos están demandando tiempo de juego y de paseo: estar presentes.
Cuando los chicos hacen una "escena" -gritos, patadas, llanto- el problema es que los padres ven que están tirados en el piso en medio de un local, la calle o un kiosco y no ven por qué se llegó a eso. "Es responsabilidad del adulto reconocer que el niño llego a esa escena porque antes pidió aquello que genuinamente necesitaba y no fue escuchado".
Pueden aparecer en cualquier momento y lugar. Es importante sentir empatía con el chico para poder ayudarlo.
¿Pero cómo debemos actuar ante este tipo de situaciones? Krochik dice que lo que corresponde en este caso es poner palabras a esa situación y acompañar al niño en su deseo. El adulto debería ver qué es exactamente lo que ese niño pidió y no fue escuchado. A partir de ahí explicar con la verdad y de manera comprensible por qué no pudo ser satisfecho en su pedido y ponerle palabras el modo en que se siente él ahora y como debería haberlo pedido para ser escuchado correctamente.
Laura da un ejemplo muy claro: la escena es un niño sacudiéndose en el piso pidiendo usar el celular de su mamá. La mamá si solo se quedará con esta escena le diría que no le presta su teléfono y la escena escalaría cada vez más alto en una serie de llantos y gritos que por lo general termina con el niño castigado en su cuarto.
-En concreto, ¿Qué le podemos decir a nuestro hijo en un episodio de este tipo?
-Lo que estoy proponiendo es que la mamá pueda en esa escena decodificar qué tal vez el hijo lo que le está diciendo es "te extrañe", "no te vi en todo el día", "quiero que juegues conmigo" y responder a partir de esto claramente con un "yo sé que vos no es el celular lo que querés, sé que me extrañaste, que yo estoy trabajando mucho y que querés que juegue con vos. Así que ahora vamos a dejar el celular acá y vamos a ir a jugar juntos. También agregaría: "Yo también te extraño cuando me voy a trabajar", "Yo trabajo porque..." Entiendo que te sientas así y me gustaría que puedas decirme "mamá te extrañe en vez de pedirme el celular que sabes que no te lo voy a prestar".
"Vivimos en un mundo muy acelerado donde tal vez mi propuesta no encaja para estos tiempos en los que todo se resuelve inmediatamente y sin demasiada profundidad sin embargo estas generaciones nuevas son cada vez más genuinas profundas y sinceras obligándonos a los adultos a detenernos mirarnos y mirarlos", concluye Krochik.
Lo cierto es que mientras ocurren estos episodios los padres solemos sentirnos sin herramientas para actuar y muchas veces hasta nos sentimos avergonzados por la escena que nuestro hijo está realizando.
Las invito a reflexionar sobre la mirada de Laura Krochik e implementar este ejercicio de ver qué es realmente lo que nos está diciendo nuestro hijo ante cada situación.