Apenas el reportero gráfico de Clarín le sugiere alguna pose para la foto, Martín Palermo le advierte con una sonrisa: “Mirá que ya no soy jugador, eh. No estoy para hacer cosas raras”... El físico del Titán es casi idéntico al de aquel goleador fantástico que hasta hace cinco años y medio asombraba de pantalones cortos. “Muchos, al verme cómo estoy, me dicen que estoy para jugar. Yo tengo el mismo peso que cuando jugaba, aunque cambié la musculatura al no entrenar en el día a día. Me gusta estar bien, pero ya no estoy para jugar”, remarca. Y no extraña que insista en alejarse del futbolista. Es que hoy, gracias a Unión Española, se siente más entrenador que nunca.
-¿Qué es lo que más rescatás de estos primeros seis meses dirigiendo en Chile?
-Mirá, de los dos años y medio que llevó como técnico, estos seis meses en Chile fueron los que más disfruté en la función de entrenador.

-¿Empezaste a tomarle el gustito a ser técnico?
-Más que tomarle el gustito, realmente en Chile empecé a sentir el cargo de técnico. Es cuando más noté en el día a día que los jugadores evolucionaban de acuerdo a lo que uno les iba transmitiendo. Y fue muy bueno consolidar nuestro grupo de trabajo, manteniendo al profe y al Pato (Abbondanzieri) pero sumando a Fabio Radaelli y Manuel Fernández, quien nos enriquece muchísimo en el análisis de los videos propios y de los rivales. Se formó un lindo equipo de trabajo, ideal ahora sí para llevar a cabo lo que pretendemos.


-¿Qué te pasaba antes, cuando trabajabas en Godoy Cruz y en Arsenal? ¿No podías despegarte del Palermo-futbolista?
-Clarooo. El año en Godoy Cruz había sido muy bueno, pero no me sacaba el futbolista de adentro y no terminaba de saber si seguía siendo jugador o entrenador. Eso me pasaba al principio. Sacamos 53 puntos, pero no seguimos. Y en Arsenal me tocó arrancar en la Libertadores, justamente eliminando a Unión Española, pero nos tocó rearmar el plantel, un momento difícil, y nos fuimos. Ahí también sentía lo mismo.

-¿Qué encontraste en Unión Española?
-Mirá, no hubo muchas incorporaciones, se consolidó un buen grupo y siempre sentimos que los jugadores estaban muy comprometidos. El objetivo estaba muy claro, tanto para el plantel como para la dirigencia: era ser protagonista en el torneo local y tratar de clasificar a una copa internacional. Por suerte conseguimos todo. Hubo respeto y por suerte salieron bien las cosas. Por eso les estoy muy agradecido a los jugadores y también a los dirigentes, que no son muchos pero trabajan muy bien, con mucha seriedad. Nos dieron una gran tranquilidad y confianza.
Unión Española, con Martín Palermo como entrenador, en un tramo del campeonato local chileno, tanto sorprendió que se instaló en la punta. Sin embargo, después no logró sostener la embestida de la Universidad Católica de Diego Buonanotte, Ricardo Noir, Enzo Kalinski y compañía.

En el equipo de un DT que fue un inmenso goleador, no podían fallar sus delanteros. Y en este sentido, en la formación de Palermo, resultaron decisivos dos argentinos:Diego Churín, un gigante de área ex Independiente, gritó 13 goles en 18 partidos; y Carlos Salom, delantero externo que jugó en All Boys y Olimpo, celebró 12 en 21 encuentros. “Hablando mucho con ellos, logre que supieran aprovecharse y que cada uno aprovechara lo que le dejaba el otro”, explica Palermo.
Ahora el Titán, mientras descansa en la Argentina junto a su familia, sigue con atención el mercado de pases. En Chile se permiten tres incorporaciones y su idea es hacer uso de esos cupos, sabiendo que cuenta con un plantel reducido y que necesita ampliarlo para afrontar la Copa Libertadores. Su Unión Española arrancará el repechaje en la segunda fase contra Cerro de Uruguay de visitante y definirá la llave en Chile. Acepta Palermo: “El sorteo me dejó conforme”.
Enrique Gastanaga
Clarin