Los islamistas convocaron para este viernes una jornada de protestas, bautizada como "Viernes de la Ira", mientras que el Ejército egipcio aumentó su despliegue en el centro de El Cairo. Las víctimas fatales por la represión de los últimos días se eleva a 638.
La islamista Coalición Nacional de Defensa de la Legitimidad, que engloba a varios grupos como los Hermanos Musulmanes, hizo un llamamiento hoy a sus seguidores para realizar manifestaciones tras el rezo musulmán del viernes.
En un comunicado, en la página web de la Hermandad, instó a sus seguidores a llevar a cabo concentraciones en varias mezquitas, aunque les pidió que lo hagan sin violencia.
"Pese a la pérdida de mártires y heridos, los crímenes del régimen golpista nos hacen insistir en nuestro rechazo hacia él", señala el texto, que subraya que "es un deber islámico, patriótico y moral".
En previsión de posibles disturbios, el ejército reforzó su presencia en el centro de El Cairo, sobre todo, en las inmediaciones de la plaza Tahrir y en los puentes sobre el río Nilo, horas antes de las manifestaciones.
Todas las calles que acceden a Tahrir fueron cortadas por los militares, que enviaron a la zona carros blindados de refuerzos, informó, que pudo constatar, la agencia EFE.
Los soldados también impiden la circulación en algunos de los puentes, aunque en uno de los principales de la capital.
Mientras tanto el gobierno de facto de Egipto elevó a 638 la cifra de muertos y a casi 4.000 la de heridos por la represión de de opositores al golpe de Estado, mientras que familiares buscaban o velaban a sus seres queridos.
Pese a la unánime condena mundial, las autoridades egipcias amenazaron con seguir reprimiendo luego de que numerosas iglesias de la minoría cristiana y varios edificios gubernamentales, entre ellos la municipalidad de Giza, fueron atacados e incendiados en el país árabe y musulmán.
pesar de la determinación de la multitud de islamistas de seguir reclamando la vuelta de Mursi, un juez ordenó ayer extender por otros quince días la prisión preventiva que pesa sobre el mandatario derrocado, quien permanece detenido en un lugar desconocido desde el mismo día del golpe de Estado.