Diferentes comedores y merenderos de la ciudad señalan que la demanda social crece diariamente. Indican que los problemas surgen por la falta de trabajo o la discontinuidad laboral.
Micaela Ferreyra, del centro comunitario Ilusiones
Crece la demanda en los merenderos y comedores comunitarios y el Estado ofrece un escaso apoyo. Jimena Estefanía, del Hogar María Madre de Dios, del barrio Calasanz, contó que entregan viandas para más de cien familias por día y el Estado provincial y municipal sólo aporta el diez por ciento de los insumos.
El año pasado entregaban a unas 80 familias. “Se han incrementado las familias y las situaciones complicadas que viven diariamente”.
Afirmó que los problemas surgen por la falta de trabajo o la discontinuidad laboral, “no logran una estabilidad y la economía decae al igual que los vínculos”.
Exequiel Robledo, del merendero de Oncativo, contó que unos cincuenta chicos van a tomar la merienda todos los días y lo solventan con aportes de trabajadores del gremio Surbac.
“La situación que vemos es muy difícil, la falta de trabajo afecta mucho a las familias del barrio”, enfatizó.
Por su parte, Micaela Ferreyra, del centro comunitario Ilusiones, del puente Islas Malvinas, dijo que allí los alimentos son provistos por la Municipalidad, pero algunos días los envíos de alimentos son menores. “Esos días hacemos lo posible para darle lo que podemos y les explicamos que no tenemos”.