Modelo, actriz, enóloga, yogui... En Estados Unidos la conocen como la Forrest Gump de carne y hueso porque, a lo largo de su longeva existencia, ha compartido momentos con algunos de los personajes históricos más relevantes del siglo XX.
Se levanta a las 5.00 am para apurar al máximo la jornada. A los 98 años, Tao Porchon-Lynch acaba de terminar de escribir sus memorias -'Dancing Light: the Spiritual Side of Being Through the Eyes of a Modern Yoga Master'-, sigue impartiendo clases de yoga en Nueva York y no se pierde ni una sesión de baile de salón. "Bailo bolero, rumba... ¡todo! Es el champán que llena de burbujas mi vida", exclama. Es la yogui más longeva del mundo, según el Libro Guiness de los Récords, y basta con ver la asombrosa flexibilidad con la que ejecuta la posición de loto ante sus alumnos para darse cuenta de que sigue en plena forma. "Cada mañana, me despierto feliz, sin miedo a enfrentarme a lo que me depare el día. No creo que llegar a mi edad dependa de la genética. Todos nacemos con la capacidad de generar cosas que nos hagan sentir bien pero nos dejamos llevar por la negatividad".
Nacida en la antigua colonia francesa de Puducherry (India), su madre falleció tras dar a luz y Tao fue criada por sus tíos. A los ocho años, la pequeña descubrió el yoga en una playa y quedó extasiada ante la belleza de sus movimientos. "Fue en 1926, las niñas no hacían yoga pero yo soñaba con imitar esas posturas maravillosas que aquellos jóvenes ejecutaban con sus cuerpos. Creía que era una especie de juego nuevo y quise practicarlo. 'Si ellos pueden, yo también', pensé". Y, en contra de los deseos de su tía, se inició en la disciplina de la mano de los mejores maestros indios. Sri Aurobindo, B.K.S. Iyengar, K. Pattabhi Jois, Swami Prabhavananda, Maharishi Mahesh Yogi y Roman Ostoja le mostraron un camino que le condujo hacia una vida de felicidad y plenitud. "El yoga forma parte de mi naturaleza".
ETERNA JUVENTUD
Modelo, actriz, enóloga, yogui... En Estados Unidos la conocen como la Forrest Gump de carne y hueso porque, a lo largo de su longeva existencia, ha compartido momentos con algunos de los personajes históricos más relevantes del siglo XX. "Conocí a Gandhi cuando era muy joven y participé con él en dos de sus marchas, incluida la de la Sal (1930). Fue un ser increíble que mostró al pueblo el poder de la libertad", explica. Durante la II Guerra Mundial, ayudó a miembros de la resistencia francesa a escapar de los nazis, fiel a su mantra: "No hay nada que no seas capaz de conseguir".
Ernest Hemingway, Marlene Dietrich, Elizabeth Taylor, Marilyn Monroe o Clark Gable, entre otros, formaron parte de su círculo de amistades. "Me presentaron a Lady Cavendish, la hermana de Fred Astaire, en una fiesta organizada en honor de los pilotos americanos que enviaron a Londres durante el bombardeo de la ciudad, en 1944, y nos hicimos muy amigas. Cuando firmé con la Metro-Goldwyn-Mayer le pidió a Fred que cuidara de mí. Verle bailar es un sublime recuerdo que jamás olvidaré. Al moverse, emanaba belleza y felicidad".
Coqueta a rabiar, sólo se apea de sus taconazos para hacer yoga. "No uso zapatos planos. Caminar con tacones revitaliza mis piernas". Unas piernas que le hicieron ganar muchos premios de belleza: "No sé si son herencia de mi madre porque no llegué a conocerla. Creo que el yoga y el baile me ayudaron a esculpirlas".
Vegetariana desde los ocho años porque odia "que se mate a animales", la meditación forma parte de su día a día. Tao tiene muy claros cuáles son los secretos de su eterna juventud. "No procrastinar. Posponer las decisiones no es bueno. Comer despacio y poco. La fruta y la verdura son fundamentales. Y, sobre todo, pensar en positivo. No podemos permitir que nos dominen las malas vibraciones".
"¿Qué pienso del sedentarismo? Ya sabe... Lo que no se usa... ¡se pierde!!.