Ho'oponopono significa corregir un error. Es la oportunidad de soltar, limpiar y olvidar un pensamiento, una memoria o una actitud. Una vez hecho esto, el individuo está en condiciones de buscar la paz dentro de sí mismo.
Ho' oponopono. Lo más complicado de este arte milenario traído de Hawai es pronunciar el dichoso palabrejo. El resto es tan fácil como tocar una tecla que borra al instante todos aquellos pensamientos y recuerdos que están bloqueando, sin que tú lo sepas, tu posibilidad de ser feliz.
¿Así de simple? Hemos contactado con la oradora argentina Mabel Katz, una de las máximas autoridades del ho'oponopono a nivel mundial, y nos atiende desde Budapest para aclararnos qué es exactamente este ritual al que se ha apuntado Occidente.
"Ho'oponopono significa corregir un error. Es la oportunidad de soltar, limpiar y olvidar un pensamiento, una memoria o una actitud. Una vez hecho esto, el individuo está en condiciones de buscar la paz dentro de sí mismo. Si fuésemos un ordenador, el ho'oponopono sería algo así como la tecla de borrado que nos va a permitir eliminar esas ideas que nos paralizan. Puede ser un pensamiento, una palabra, un acto o una persona. Da igual, el fin es conseguir liberarnos si no nos está haciendo bien".
La técnica se ha ido adaptando a los tiempos. Los hawaianos, que lo emplean desde hace 5.000 años para dar una solución a sus problemas y seguir avanzando, todavía hoy suelen practicarlo en el hogar. Uno modera y al resto le va llegando el turno de perdonar y ser perdonado por los demás. En nuestras sociedades actuales resulta más complicado reunir a toda la familia, por lo que el ho'oponopono se desarrolla de un modo individual, aunque sabiendo que lo que beneficia a uno acaba repercutiendo en el resto.
La preocupación de Mabel es que esta enseñanza, por esa necesidad de ajustarse a los nuevos entusiastas, se está desvirtuando, pero no le asombra su aceptación: "Quien la descubre halla un verdadero tesoro. El ho'oponopono conecta nuestro interior con el amor para dar paz, armonía y libertad".
No lo identifica con ninguna religión, sino que lo define más bien como un estilo de vida. Y aunque es verdad que, al menos en apariencia, el ho' oponopono es una retahíla de frases simples, exige una liturgia muy precisa y un maestro de ceremonias con el permiso pertinente para transmitir su secreto. "Su práctica es sencilla, pero no lo es tanto el entendimiento de su esencia filosófica", advierte la oradora. Por eso no se aprende en un seminario, ni en dos, ni en diez. Los verdaderos maestros han asistido hasta cientos de veces para conseguir dominarlo.
La sensación que expresan sus discípulos en las redes sociales es "haberse liberado de esas toneladas de peso que bloquean la salida cuando aparece cualquier conflicto cotidiano de trabajo, familiar, financiero o de otro tipo". Esto ocurre, según Mabel, porque a veces buscamos la felicidad en un lugar equivocado y sin darnos cuenta de que la tenemos dentro. "El camino del ho' oponopono es el más fácil, lo único que tiene más difícil es el nombre".
Sería algo así como soltar lastre, es decir, descargar esos sacos emociones, pensamientos y recuerdos que aletean inconscientemente en nuestras cabezas. Y, en resumen, el proceso sería el siguiente:
Se practica repitiendo mentalmente "lo siento", "perdóname", "gracias" y "te amo". Son palabras que indican el deseo de eliminar aquellos apegos y experiencias que, aunque parezcan ausentes, siguen controlando nuestra vida y transmitiendo dolor físico, espiritual o mental. La clave está en la repetición, sin preguntarse el motivo y sin cuestionarse nada más. Realmente es un acto de fe.
Una vez que están en la papelera, el sistema queda limpio para ver con claridad qué es lo mejor para uno mismo y permitirnos tomar decisiones excelentes.
No podemos cambiar el universo, pero sí debemos asumir la completa responsabilidad de lo que ocurra en nuestro mundo individual. De nada sirve la queja lastimera, el enfado o culpar a los demás.
Más que un ejercicio puntual para hacer frente a un problema, el ho' oponopono se vuelve rutina y resulta eficaz en cualquier ámbito de nuestras vidas. Nos vuelve más pacientes, menos temerosos y más felices.