Sabemos, gracias a las pinturas rupestres de los primeros europeos, que en el pasado los rinocerontes poblaron muchos lugares de Eurasia y África. Durante el último siglo muchos especímenes habitaban en todas las sabanas africanas y en los bosques tropicales de Asia.
Sin embargo, los últimos nueve años han sido devastadores para este animal, que ha visto como su población disminuía de manera espectacular. Según la organización conservacionista WWF, las mayores concentraciones de rinocerontes se encuentran en Borneo, Sumatra, el Himalaya Oriental, Namibia y la Costa Este de África. Se estima que en este continente quedarían unos 25.000 ejemplares, 5.000 rinocerontes negros y 20.000 blancos según datos de 2010. En Asia la situación es alarmante y no alcanzan los 5.000.
Larga vida al rinoceronte es la filosofía de la compañía de biotecnología Pembient, que desde hace unos años investiga una fórmula para dar con un material que recree el codiciado cuerno de rinoceronte de manera sintética, y así permitir su comercialización sin poner en peligro la vida de estos animales. «Vimos muchas campañas en los medios entre los años 2010 y 2014 alertando de que la caza de rinocerontes había aumentado, eso es lo que nos inspiró para crear un modelo sintético del cuerno», explica a EL MUNDO Matthew Markus, CEO de Pembient.
Reducción del precio
En Sudáfrica -el país que ha acogido la última cumbre de la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES) y uno de los que cuenta con más regulación-, en 2007 murieron 13 rinocerontes, mientras que el año pasado fueron 1.175. La casi totalidad de estas muertes están asociadas a la caza ilegal para comercializar con el cuerno del paquidermo, el cual es vendido a mercados asiáticos, principalmente Vietnam, donde se cree que tiene propiedades curativas únicas. Con este escenario y una demanda que no cesa, las opciones de vida para este animal cada vez son más difíciles.
En 2008 hubo un repunte del comercio del cuerno de rinoceronte en Vietnam al extenderse el rumor de que tenía propiedades afrodisíacas y podía curar el cáncer, según los curanderos locales. Sin embargo, varios estudios de WWF revelaron que no existía ningún vínculo entre esas informaciones y la medicina tradicional china.
Con una inversión de casi 500.000 dólares (100.000 donados por IndieBio, el principal acelerador de biología sintética del mundo), aún necesitan más dinero para que el producto llegue al mercado. El kilogramo del cuerno está valorado en unos 30.000 dólares. La alternativa de Pembient disminuiría notablemente su precio: «Nuestro cuerno artificial costará inicialmente alrededor de 7.000 dólares por kilo y con el tiempo esperamos que cueste menos de 1.000. Estimamos que podría haber hasta 300.000 kilos por año y podríamos estar listos para salir al mercado en dos años», relata Markus.
Críticas de los conservacionistas
Sin embargo, esta iniciativa no está exenta de críticas. Durante la última reunión de la CITES en Johannesburgo, los conservacionistas criticaron que el cuerno sintético es «demasiado arriesgado». En conversación con este diario, Luis Suárez, responsable del programa de Especies de WWF en España, transmitió el total desacuerdo de la entidad con la revolucionaria propuesta: «Intentar disminuir el impacto sobre las especies salvajes inundando el mercado con un producto sintético no te garantiza que cese la demanda, de hecho la experiencia nos dice que es al revés».
Suárez recuerda lo que sucedió hace unos años cuando se permitió comercializar de manera legal colmillos de elefante pertenecientes a stocks de animales muertos: «Entonces se inundó el mercado y eso es lo que puede pasar con el cuerno sintético. Al final el producto se sigue demandando por encima de la oferta y se utiliza la venta legal para blanquear el producto ilegal. Ese es el principal motivo de oposición».
Uno de los mayores obstáculos una vez que el producto esté listo es el deconvencer a los mercados locales de que lo adquieran y confíen en él del mismo modo en que lo hacen en el cuerno natural. Según Pembient, eso no supondrá un problema: «Ya hemos hablado con estos mercados y nos han mostrado su interés en comprar nuestro cuerno biofabricado».
Sin embargo, WWF resalta que se corre el riesgo de caer en comportamientos perniciosos y que se aproveche ese nuevo nicho de mercado para vender el cuerno natural como si fuera sintético. Por otro lado, opinan que no es la vía más óptima para acabar con las masacres de rinocerontes: «Lo que nos preocupa es que con esto se está fomentando el uso y la compra de un producto cuya venta debería estar absolutamente prohibida. No se trata de facilitar la venta del producto a los comerciantes sino de prohibirlo completamente y de perseguir a los que comercian con el producto, no de darles una alternativa», argumenta Suárez.
En ese sentido, cree que la última cumbre de CITES marcará un hito, ya que no se le ha exigido de forma tajante a los países que cierren esos mercados nacionales. «De nada sirve que pongamos en marcha todo un sistema de persecución de delito si luego tú vas a Vietnam y puedes comprar cuerno de rinoceronte perfectamente en cualquier tienda».
Pese a las críticas, los investigadores de Pembient siguen adelante con el modelo sintético y esperan que los reglamentos actuales les den un poco más de margen para poder sacarlo al mercado en cuanto esté listo. Actualmente no hay una certeza clara sobre si el cuerno sintético podría ser comercializado, ya que la CITES prohíbe el comercio de los productos derivados de especies en peligro de extinción.
«Hemos decidido abstenernos voluntariamente de comercializar el producto hasta que el tema esté más estudiado, pero somos optimistas y esperamos que las regulaciones finalmente sean imparciales y estén basadas en la ciencia», declara Markus. Con un margen de tiempo de al menos dos años para dar con una copia fiel al original, el debate está abierto.