En las autopistas y rutas puede verse a muchos conductores que viajan a mayor velocidad que la permitida. Más allá de la contravención, es importante tener en cuenta que este tipo de conducta repercute en un mayor consumo de combustible, lo que, a su vez, también incrementa el nivel de elementos contaminantes. En la ciudad tampoco se cuida el combustible, que en nuestro país no es precisamente barato. Por eso, adoptar una conducción ecológica puede reducir el consumo entre un 5 y un 15 por ciento.

Para eso es conveniente que tenga en cuenta algunos tips que ayuden a gastar menos. Por ejemplo, no pise el acelerador cuando pone en marcha el vehículo (esta práctica era de la época en que los autos tenían carburador. Siempre hay que circular en el cambio más alto posible (y evitar usar la primera en exceso), lo que se asocia con pasar los cambios ascendentes entre 2000 y 2500 rpm en los motores nafteros, y entre 1500 y 2000 en los gasoleros (con el velocímetro: a 30 km/h se puede engranar 3ra., a 40 la 4ta. y a 50 ya puede ponerse la 5ta.). Otra buena práctica es desterrar los rebajes violentos, que hacen trepar el régimen de giro del motor.

Todo lo anterior se liga con mantener una velocidad uniforme, sin aceleradas ni frenadas bruscas. Para evitar esto último, es bueno anticiparse al tránsito, evaluando la situación y desacelerando en forma progresiva. También aproveche el terreno, suba un cambio en bajada y no cambie hacia una marcha superior en subida.

En los grandes atascamientos o cuando se detiene en un paso a nivel hay que tener en cuenta que el motor regulando con el vehículo detenido consume entre 0,5 y 0,7 litros por hora, por lo que no está de más evaluar apagarlo.

Por último, la presión de los neumáticos es vital: si están bajos hay mayor gasto.


(La Nación / Gabriel Tomich)