Uno de los principales motivos que conducen a una persona a iniciar una actividad física, ya sea dentro de un gimnasio o al aire libre, es la intención de recuperar la línea. "Hoy por hoy, bajar de peso -o más bien, adelgazar- es la razón que más aparece cuando la gente decide empezar a hacer ejercicio. Más todavía en esta época del año que es cuando uno se empieza a sacar la ropa", señaló la licenciada en preparación física y alto rendimiento Claudia Lescano.
Sin embargo, la desesperación puede llevar a cometer errores que en lugar de la concreción del objetivo. Ponen en riesgo el cuerpo. Aquí, un listado de los deslices más frecuentes a la hora de quemar calorías y sus posibles soluciones.
Ejercicios de muy baja intensidad
Una de las respuestas más recurrentes en gente con sobrepeso es intentar recuperar la línea a partir de rutinas de poca exigencia que luego no repercuten en cambios físicos. "Hoy ya sabemos que caminar no trae resultados. Salvo que sea destinado a alguien tremendamente sedentario, es una actividad recreativa. Para que el ejercicio funcione, debe traer aparejado cierta intensidad que movilice las grasas del cuerpo. Puede que bajes dos kilos, pero con un vaso de agua lo recuperás", explicó Lescano.
El Crossfit
En el polo opuesto de la intensidad que ofrece una caminata aparece el crossfit, una de las rutinas de moda en la actualidad basada en un entrenamiento militar y que demanda una alta exigencia. Los resultados, en términos de kilogramos bajados, llegan casi al instante; de allí su éxito. Sin embargo, para una persona poco avezada en el ejercicio físico, el crossfit esconde muchos más riesgos que beneficios.
"Hay que tener en cuenta la condición física actual de la persona a la hora de la elección de una actividad. El crossfit es una rutina lesionadora porque el proceso debe ser adaptativo y superador. Primero, hay que cumplir una meta y luego proponerse otra más exigente. No se puede arrancar con un ejercicio tan demandante desde lo físico", aseguró Lescano.
La alimentación post ejercicio
Entre los nutricionistas y especialistas en rendimiento físico, existe un concepto clave: el de ventana metabólica. El proceso comprende un período corto de tiempo (entre 30 y 60 minutos), justo después de cada rutina de entrenamiento, que es cuando el cuerpo tiene la posibilidad de reconstruir el músculo y recuperar la energía perdida.
"Cuando terminás una rutina física, necesitás reponer el glucógeno muscular. Ahora, si la idea es adelgazar, yo insisto en rechazar la incorporación de un carbohidrato como lo puede ser un alfajor o una fruta. Siempre es preferible una proteína, como prepararse un pollo en la cena, sumar el huevo a la dieta o apelar a un yogurt", recomendó la licenciada en preparación física.
No renovar las metas
Habitualmente, se percibe que quienes buscan solo quemar calorías cuando asisten a un gimnasio, logran su objetivo con relativa facilidad. El problema aparece después, cuando no hay un replanteo de metas que mantengan la motivación inicial. "Todo lo que se está haciendo hoy a nivel fitness está muy mal encaminado porque bajar de peso es un objetivo en concreto. Después, lo difícil es sostenerlo", indicó Lescano.
Según la especialista, la primera sesión ideal para quien busca bajar de peso debe durar alrededor de 40 minutos y comenzar con movimiento en la cinta intenso pero breve. Luego, lo recomendable es seguir con series de 10 estocadas (pasos largos coordinados), hacia adelante y hacia los costados. Por último, culminar la rutina con abdominales cortos que solo movilicen los hombros y unos minutos de elongación de los principales músculos.
Hacer siempre los mismos ejercicios
La escasa renovación de las rutinas de gimnasio es uno de los principales errores que se observa. La persona percibe que cumple con comodidad los ejercicios que se le proponen y entra en una zona de confort que atenta contra la superación física. "La última repetición debe costar trabajo hacerla. A partir de ahí, se va corriendo el límite de nuestras posibilidades físicas", sostuvo Lescano.
La preparadora física recomendó realizar actividades concretas y cortas que se renueven permanentemente, de acuerdo a las nuevas posibilidades que presenta la persona. Además, lo ideal es alternar rutinas de aeróbico y anaeróbico con ejercicios que demanden resistencia muscular.
Los descansos largos
Entre ejercicio y ejercicio, es habitual que las interrupciones para recuperar el oxígeno sean más prolongadas de lo que deberían. "Los descansos no deben ser reposos. Considerando que el nivel de intensidad de frecuencia cardíaca durante el ejercicio debería llegar a un 90%, en los intervalos tendría que bajar a un 50 o 60%. Si el descanso es excesivo, la disminución de frecuencia cardíaca también lo es y se pierde la fase de entrenamiento lograda", añadió Lescano.
(Infobae)