No es una protesta más o al menos eso es lo que desea la oposición en Venezuela para la marcha de este jueves.
Su apuesta es que lo que llamaron la "toma de Caracas" sea tan masiva que sirva para obligar a que se celebre este año el referendo revocatorio contra el presidente, Nicolás Maduro, lo que ve como su única posibilidad para desbancar al chavismo, en el poder desde 1999.
Y tras varias protestas de escasa afluencia, la de este jueves podría ser una de sus últimas oportunidades para transformar el descontento de una población que sufre por la inseguridad, el desabastecimiento y la inflación en una demanda clara de cambio político.
"Es el inicio de una nueva etapa, nueva y definitiva, para el cambio venezolano", aseguró el martes Chúo Torrealba, secretario general de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), la coalición que aglutina a la mayoría de la oposición.
"Los ojos del mundo estarán atentos a lo que aquí ocurra (...). El que quiere cambio lo demostrará este jueves", le dijo a BBC Mundo Henrique Capriles, dos veces candidato presidencial de la MUD y gobernador del estado Miranda.
Capriles espera reunir a un millón de personas en las calles de Caracas y mandar así un poderoso mensaje al gobierno y a la comunidad internacional.
Y también a quiénes aseguran que la oposición no ha sabido articular el descontento popular, como por ejemplo, Nícmer Evans, politólogo durante años cercano al chavismo que impulsa una corriente crítica con el gobierno y la MUD, Marea Socialista.
"El empeño fundamental de la MUD es colocar el referendo como principal problema", le dijo a BBC Mundo Evans.
"No han generado movilización sobre problemas concretos de desabastecimiento, no les ha interesado ningún otro tema más que el del referendo", criticó.
Lo que explica por qué para observadores como Pedro Pablo Peñaloza, periodista especializado en política, la marcha del jueves "debe ser un punto de inflexión".
"La toma de Caracas"
La importancia asignada a la marcha se nota en que, a diferencia de pasadas movilizaciones, la oposición, unida en una amplia coalición, la convocó y preparó con bastante tiempo.
Y los convocantes han alimentado las expectativas.
"El pueblo venezolano va a salir de esta movilización con algo en la mano", dijo Torrealba.
Torrealba habla de forzar al Consejo Nacional Electoral (CNE) a que señale la fecha para la recogida de firmas del 20% del censo electoral, el próximo paso en el proceso para celebrar el revocatorio de Maduro.
Carrera contra el tiempo
A pesar de la promesa, sin embargo, las llaves del posible referendo revocatorio las seguirá teniendo el CNE.
La presidenta del CNE, Tibisay Lucena, ya anunció que la fecha probable de la recogida del 20% de firmas será probablemente a finales de octubre.
Además, en alusión a la marcha opositora, Lucena ha insistido en que el CNE no aceptará presiones.
"Pierden su tiempo quienes por vía de la presión política buscan dañar la voluntad de este Poder Electoral: cumplir con el resguardo de la República y la estabilidad del país", dijo a principios de agosto.
La importancia de la fecha está en que si el referendo se celebra antes del 10 de enero del año próximo, una reprobación a Maduro supondría nuevas elecciones.
Mientras que si se convoca después de esa fecha, al presidente lo relevaría su vicepresidente y la oposición debería esperar hasta 2019 para tratar de sacar al chavismo del poder por la vía electoral.
Y, así las cosas, a la oposición no le queda mucho más que demostrar poder en las calles y esperar una afluencia masiva que sirva también para que la comunidad internacional presione al gobierno y al CNE.
"La oposición siente que tiene que hacer algo, que se vea que hace algo", le dice a BBC Mundo el analista político Hugo Pérez Hernaiz.
Y además del tamaño de la convocatoria, la duda para la oposición será saber qué ocurre el día después.
"Más allá del primero de septiembre, lo importante es lo que pasa a partir del 2. Se espera que la oposición defina las líneas a seguir y ver si tiene la fuerza de vencer la resistencia del chavismo e imponer el revocatorio", analizó el periodista Peñaloza.
Y otra de las cosas que también podrían estar en juego este jueves es la posición de Capriles en el seno de la oposición, el principal defensor de un referendo que quizás no se celebre nunca u ocurra demasiado tarde.
Varios miembros del gobierno ya han dicho que no se realizará.
El trágico recuerdo de 2002 y 2014
Por lo demás, junto a las expectativas y el tamaño de la apuesta, también ha ido creciendo el nerviosismo y la tensión.
Y es que hablar de marchas contra el gobierno en Venezuela supone recordar las violentas manifestaciones de abril de 2002 y de febrero en 2014.
En la primera hubo decenas de muertes y las movilizaciones culminaron en ungolpe de Estado que sacó a Hugo Chávez del gobierno durante unas horas.
Y hace dos años, también hubo muertos además de la detención y posterior condena a prisión de Leopoldo López, uno de los más prominentes líderes de la oposición.
En las últimas horas, el ambiente ha crecido en tensión, en medio de detenciones y amenazas. Gobierno y oposición se han acusado de buscar provocar violencia.
La televisión estatal, controlada por el gobierno, emitió en cadena obligatoria el lunes un documental con su versión de lo que ocurrió en el golpe de 2002.
Y la teoría del golpe vuelve a estar presente a horas de la marcha.
"Denunciamos un golpe de Estado que tiene como director de orquesta a Estados Unidos", dijo el lunes Diosdado Cabello, diputado y vicepresidente del partido en el gobierno, el PSUV.
"No nos provoquen. No solo vamos a trancar Caracas para que nadie entre, sino que vamos a trancar Caracas para que nadie salga", dijo Diosdado Cabello.
Al tiempo que el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) convocó a sus militantes a una contramarcha, las autoridades enviaron a prisión al exalcalde opositor Daniel Ceballos, que estaba bajo arresto domiciliario por una condena tras las protestas de 2014.
Además, acusados de un presunto plan violento, fueron detenidos los dirigentes opositores Yon Goicoechea y Carlos Melo, también de Voluntad Popular, organización calificada por Maduro como "el partido de la violencia golpista".
Tampoco se le permitió la entrada a periodistas de Caracol Radio de Colombia, Le Monde de Francia y la radio pública estadounidense NPR de EE.UU. días después de que le sucediera lo mismo a un equipo de Al Jazeera.
"Las expectativas de la marcha son crecientes y son peligrosas", le dijo a BBC Mundo Hernaiz, sin ocultar su preocupación por la tensión previa y la recuperación de la narrativa de abril de 2002.
BBC Mundo
La meta es la"toma de Caracas" y para ello ha preparado el traslado de personas desde todo el país.