Nicolás Mallorens lleva 24 destinos retratados; los turistas y locales reciben bien sus observaciones a mano alzada.
La pareja francesa está tomando un café en Ma'Koka, un bar de Tilcara que promociona los efectos medicinales de la hoja de coca y ofrece libros de antropología, de autores argentinos y de cultura puneña. La Lonely Planet Argentina está sobre la mesa; es la compañía inseparable de la mayoría de los turistas extranjeros que andan por la puna y la quebrada. Pasa un muchacho y tapa la guía con unos libritos, "El dibiajante".
Tapas ocres, dibujo a mano alzada y, en cada uno, el nombre de un destino. A los franceses le tocaron Tilcara y Cuba. En la de al lado, San Telmo y Salta. Los empiezan a hojear y comentan entre ellos. Cuando el muchacho vuelve conversan unos minutos, unos compran y los otros felicitan.
"El dibiajante" es Nicolás Mallorens, un porteño radicado en Los Reartes (Córdoba) que lleva una década retratando los lugares a donde va. Dibujaba por hobby mientras estudiaba Economía y, en Nicaragua, unos argentinos que vendían sus poesías editadas en libros artesanales lo impulsaron a contar sus viajes con dibujos. En 2011 nació la colección que suma 24 destinos y que es bien recibida por quienes la reciben.
En el norte del país los extranjeros son los más apegados a las guías y la Lonely encabeza las preferencias. Los argentinos reemplazan los textos por el mate, aunque en esta ciudad en el centro de la quebrada de Humahuaca con indicios de haber estado habitada hace 10.000 años hojean libros en los dos bares de literatura y música que hay, Ma'Koka y Punto y Coma, que también pasa cine.
Los libritos de Mallorens no constituyen una guía, no incluyen consejos ni reseñas de lugares. Aunque sus dibujos son una especie de síntesis de los más distintivo del lugar, de sus costumbres y personajes. Los acompañan textos muy breves que, a veces, actúan como anclaje y muchas otras son ironías.
El de Tilcara refleja el trajín diario de quienes arman sus puestos en la plaza, la costumbre de cocinas las tortillas a las brasas en casi todas las esquinas, las carnicerías de llamas y los personajes del mercado. De manera indirecta, colabora a armar un recorrido que no deje afuera lo más simbólico.
El "dibiajante" pasó por Buenos Aires, Tafí, Cafayate, San Marcos Sierras, Santa Rosa de Calamuchita, Cachi, Salta, Chicoana, Humahuaca, La Paz, Cusco, Uruguay, Río de Janeiro, Panamá, Costa Rica, Nicaragua, El Salvador, Guatemala, México DF, Chiapas, Cuba y uno de trenes.
Comenta que los cordobeses y los salteños son los más "difíciles", los más críticos respecto a lo elegido para mostrar. Un dibujo de la estatua central de la plaza de Salta dice abajo que la mayoría de los vecinos no sabe quién es el hombre a caballo. "Leen eso y me miran asombrados -agrega-. Y empiezan a dar nombres que no son". Se trata de Juan Antonio Álvarez de Arenales, militar de las guerras por la independencia de las Provincias Unidas del Río de la Plata, Chile y Perú.
SUGERENCIAS E INVITACIONES
Un entrerriano hojea el librito y lo invita a Mallorens a que pase por su provincia. A Bogotá llegó porque unas colombianas lo entusiasmaron a dibujar la ciudad y, además, hacer un documental con ese estilo de viajar.
Entre las recomendaciones indirectas del "dibiajante" se cuentan para San Marcos Sierras, "el señor que vende yuyos en el río; la música de la feria, los budines de Ana y Mork; el museo 'jipi' y el árbol de la plaza Cacique Tulián".
El Tilcara, los puentes, las "salchipapas con 'almóndigas'", encontrar a "Tukuta Gordillo en el mercado", el desfile del "enero tilcareño" y el mural del escritor Churqui Choquevilca que él mismo pintó.
"Es interesante ver cómo miran otros", señala a este diario Lorena una jujeña que trabaja de moza en Tilcara. Cada vez que puede aprovecha para hacer mostrar los dibujos. Su autor ironiza con que en los restaurantes aceptan que entre y los reparta porque "la gente pasa mejor el tiempo de espera del plato. Nadie me los devuelve mal, en general hay buena actitud y me dan charla".
En ese sentido enfatiza que el norte tiene una cadencia, un ritmo de viaje, más tranquila. La gente se contagia del ambiente, se relaja y no corre de un lado al otro. "Debe ser hasta por la altura, todo se hace más despacio", apunta Pablo que dejó la Capital Federal para instalarse en Tilcara.
Mallorens describe que los dibujos reúnen muchos factores, desde una catarsis personal a lo más característico de un destino hasta cierta cuota de suerte que hace que "aparezca una escena que no se le ocurre ni a un guionista".
La Patagonia y el Litoral son regiones pendientes para el dibujante que se organiza para emprender viajes largos unas dos veces al año. En cada recorrido entrena su ojo.