Precedida por un furor mundial, ayer empezó la cacería en varios puntos del país.
Muchos no entienden cuál es la gracia. Otros se enajenan cazándolos. En todo caso, la locura de los Pokémon llegó ayer a la Argentina y a toda América latina. Aunque un poco se colapsaron las conexiones hacia el fin de la tarde, ahora es posible bajar la app Pokémon Go de las tiendas de Apple y Android y salir a capturar seres que nunca existieron, y que siguen sin existir, pero que ahora han ganado un poco de consistencia. Bienvenidos, pues, al universo de la realidad aumentada.
Al revés que la realidad virtual, que permite sumergirse en espacios generados por computadora, la realidad aumentada añade información digital al entorno físico, desde lugares y edificios hasta objetos y paisajes. Por ejemplo, se pueden ver datos adicionales acerca de un producto si se cuenta con la aplicación especial en el teléfono o en las gafas inteligentes.
Ahora, ¿por qué no convertir el ambiente que nos rodea en el escenario de un videojuego? Es la lógica opuesta -y en cierta forma complementaria- a la que se usó hasta ahora. La compañía Niantic fue pionera en este campo y lanzó en 2013 unvideogame de ciencia ficción llamado Ingress, en el que hay que capturar portales extraterrestres. Esos portales aparecen integrados al mundo real y se puede interactuar virtualmente con ellos. Puesto simple, volvió un poco irreal, un poco fantástica la realidad real, por así decir.
Anduvo bien, pero de ninguna manera causó el delirio colectivo de los "monstruitos" de Nintendo. A la realidad aumentada le estaba faltando todavía una aplicación que sedujera a las masas, un tipo de producto conocido en la jerga como killing application, el software que dispara el uso de una plataforma o una tecnología. El correo electrónico lo fue para Internet -en rigor, para su antecesora, Arpanet- y las planillas de cálculo causaron la fiebre de la computación personal a fines de la década del 70 y principios de la del 80. Es muy probable que Pokémon Go pase a la historia como la killing application de la realidad aumentada. ¿Por qué?
El truco de esta nueva creación de Niantic, que distribuye un consorcio llamado The Pokémon Company, es que en lugar de volver irreal la realidad vuelve reales seres irreales. Los queridos Pokémon, objeto de culto de toda una generación, ahora están ahí. O casi, qué importa. Si se los convirtió en dibujitos animados, juguetes, historietas, películas y peluches, qué mejor que verlos allí, a unos pasos de distancia.
La dinámica de Pokémon Go es la misma que la del juego original: hay que cazar los "monstruitos", entrenarlos y, llegado el caso, enfrentarlos en combate con los de otro participante. Como ahora hay que ubicarlos en el mundo real, se combina con una técnica conocida como geocaching, que consiste en esconder objetos (reales) y marcar la posición con una etiqueta de GPS, de tal forma que otros salgan a buscarlos.
En el juego creado por Niantic, un algoritmo hace aparecer los Pokémon al azar cerca del jugador. En rigor, y para no defraudar a nadie, los "monstruitos" están, literalmente, por todas partes. Ni es difícil encontrarlos (había varios aquí en la Redacción y, sospechosamente, cerca de los teléfonos con el juego instalado) ni supone mucho esfuerzo cazarlos. Esto se hace, como saben los aficionados, mediante una Poké Ball. El juego incluye una tienda en línea donde se pueden adquirir módulos para comprar módulos que atraen Pokémon. El responsable de una pizzería en Long Island, Estados Unidos, asegura haber aumentado sus ventas en un 75% gracias a uno de estos módulos. Le costó 10 dólares. Una nueva era para el marketing digital que, súbitamente, amenaza imperios. El de Facebook, sin ir más lejos.
El nombre Pokémon, que es igual en singular y en plural, proviene de la combinación de dos palabras japonesas: Poketto y Monsta, es decir, monstruos de bolsillo. La franquicia fue extraordinariamente exitosa y ya le ha reportado a Nintendo, desde su lanzamiento en 1996, unos 46.000 millones de dólares. Sin embargo, el éxito de la versión con realidad aumentada, un frenesí que no se veía desde el lanzamiento del iPhone, le ha resultado amargo al gigante japonés de los videojuegos. Puesto que sólo participa en un 32% del consorcio The Pokémon Company, debió publicar una carta destinada a sus accionistas para bajar la euforia bursátil causada por la popularidad del jueguito(https://www.nintendo.co.jp/ir/pdf/2016/160722e.pdf). Básicamente, les dice que no ha cambiado sus perspectivas de ingresos para el año en curso. Su valor de mercado, que había aumentado 15.000 millones de dólares cuando salió Pokémon Go, se desplomó en casi 7000 millones luego de esta aclaración.
Además, no todas son buenas noticias, como ocurre cada vez que aparece un fenómeno disruptivo. Pasó con la PC, el iPhone, Internet, Facebook y Twitter. Es más, pasó con el automóvil, hace 100 años. En este caso, los cazadores de Pokémon han sufrido accidentes, se han metido en zonas prohibidas y varios han sido arrestados; entre otros, una pareja que dejó abandonado a su bebe para ir a cazar "monstruitos".
Es decir, el jueguito tiene todos los ingredientes para transformarse en una nueva página en la historia de la revolución digital. Nintendo ha modificado el mundo, agregándole Pokémon. No será el último en aumentar la realidad.
Pikachu, enla Casa Rosada
Nadie se animaba anoche a averiguar si en el escritorio del presidente Mauricio Macri había algún Pikachu para atrapar, pero hasta en la Sala de Periodistas de la Casa Rosada Pokémon Go era furor entre los iniciales usuarios del entretenimiento
El juego de realidad aumentada ocupó un rato de la rutina periodística, quizás porque el jefe del Estado se encontraba en la quinta de Olivos, una de las más codiciadas "pokeparadas" de este entretenimiento. ¿Jugará Macri y su hija Antonia por los jardines o los buscarán en Balcarce 50?