Hace tiempo que comparar Facebook y Twitter dejó de pertenecer al género del análisis y pasó a ser parte del de la comedia. La distancia que separa a ambas redes sociales es tan grande que dibujar paralelismos se ha vuelto absurdo.
Hace tiempo que comparar Facebook y Twitter dejó de pertenecer al género del análisis y pasó a ser parte del de la comedia. La distancia que separa a ambas redes sociales es tan grande que dibujar paralelismos se ha vuelto absurdo. No absurdo como comparar un equipo de fútbol regional con el líder de la primera división. Absurdo como comparar a un equipo de fútbol con un kilo de cebollas.
Sí, reducidas a la mínima expresión ambas son redes sociales pero con el tiempo cada una ha seguido un camino propio y divergente. El de Facebook ha ido a parar a una montaña de dinero mientras que Twitter aún vaga por la red buscando la razón de su existencia.
Ambas compañías han presentado esta semana resultados trimestrales y las cifras no pueden ser más dispares. Facebook ha arrasado. Cierra estos tres meses con un aumento del 60% en facturación y un 94% en beneficios comparado con el mismo periodo del año anterior.
La compañía no sólo se las ha ingeniado para extraer más dinero de los usuarios que ya tenía, sino que suma un 20% más de usuarios activos al mes desde dispositivos móviles y un 22% si se tienen en cuenta también los PC tradicionales. Cada día 1.130 millones de personas usan Facebook y más de 1.000 millones lo hacen desde el smartphone. Eso quiere decir queuna de cada tres personas con móvil en el planeta se conecta al menos una vez cada día a uno de los productos de Facebook.
Esto es lo realmente sorprendente de estas cuentas, el "más difícil todavía" que Zuckerberg consigue realizar con éxito trimestre a trimestre. A pesar de que todo el mundo tiene ya Facebook, de alguna forma su mercado sigue creciendo. Sus números se multiplican milagrosamente, como panes y peces.
El secreto está, por supuesto, en el buen ojo que ha tenido a la hora de hacer adquisiciones y desarrollar plataformas alternativas propias. Cada vez compartimos menos cosas personales en el muro de Facebook, la red social, pero el uso de Whatsapp, Messenger o Instagram sigue creciendo y gracias a ello Facebook puede mostrar más publicidad, más cara, a más personas y durante más tiempo.
Ha pasado un año desde que @Jack, el creador de Twitter, tomase de de nuevo las riendas de la compañía. A lo largo de casi una década Twitter ha crecido de forma tan amorfa y dispar que ya ni siquiera está claro por donde podar, qué forma darle o qué papel debe jugar en el mundo. Es evidente que es una plataforma con cierto valor pero nadie sabe muy bien si hay un gran potencial por explotar o si ya ha crecido todo lo que debería. Si me preguntan a mi, diría que la primera. Si preguntan a Wall Street, que la segunda.
De momento @Jack no ha dado con la solución. A pesar de tener muchos -muchísimos- menos usuarios que Facebook parece imposible aumentar el número de personas que usan activamente la red. En el periodo de mayo a junio apenas ha crecido un 3% hasta alcanzar los 313 millones de usuarios activos al mes. Twitter está dando buenos pasos a la hora de explotar esa audiencia y cada vez obtiene más ingresos por publicidad (crecen un 20% en este trimestre) pero sigue siendo un negocio que da pérdidas y no está claro qué puede cambiar a corto plazo.
El plan, ahora, parece ser doblar la apuesta por el tiempo real; que Twitter sea la red que cuenta lo que pasa, en el momento que pasa y por lo propios protagonistas. Aquí aún tiene cierta ventaja. Si hay que juzgar por eventos como el intento de golpe de estado en Turquía o el atentado de Niza, Facebook sigue siendo muy poco fiable, lento en reaccionar y más propensa a mostrar las fotos de los bebés y los perros de los compañeros de instituto antes que vídeos y mensajes en directo -¡aunque los tenga!- de lo que está sucediendo.
Con las próximas elecciones norteamericanas, las olimpiadas de verano, y los contratos firmados con las grandes ligas deportivas estadounidenses para emitir en directo a través de Twitter, la red social tiene una oportunidad de demostrar que todavía puede jugar un papel relevante pero nada, de momento, alienta el optimismo.