Es un técnico que había sido llamado para reparar la baja presión de gas en el edifcio que explotó y se derrumbó. Por nuestro enviado especial.
A Miguel Ocampo lo habían llamado los administradores de las torres de Salta 2141 el miércoles de la semana pasada, seis días antes de la trágica explosión.
"Me dijeron que era por un problema de gas. Fui a ver qué había que hacer y ví que se trataba de un trabajo importante, no tenía tiempo para hacer cargo", dice ahora, mientras atrás de él los rescatistas continúan removiendo los escombros.
El gasista, que va a ser llamado a declarar en la causa, sigue de cerca las tareas en la zona cero de Rosario. Su testimonio es considerado una pieza clave en la investigación del desastre que sacudió a todo el país.
¿Con qué se refiere con un "trabajo importante"? Según él, el problema que existía en la Torre 2, hoy reducida a una montaña de escombros, consistía en que había poca presión de gas.
Los calefones se apagaban y los residentes en los 16 monoambientes se quejaban. "Había que cambiar el regulador porque había poca presión y, además, estaba viejo", relata Miguel ante cada micrófono que hoy se le pone en frente.
El procedimiento. Para realizar esta operatoria, era necesario que todos los habitantes cerraran sus llaves de gas. Luego, había que cortar la llave general de suministro y recién entonces, en teoría, se iba a poder cambiar el regulador. Entonces, ¿por qué todo salió mal? El hombre no tiene respuestas para ello, pero intuye que falló la llave de corte general.
Miguel es, también, un sobreviviente. Es que pese a tomar el trabajo de todo el edificio, sí se había comprometido a ir el martes a la mañana a un departamento del 4° piso para hacer un arreglo. Pero se demoró. Por eso, hoy ve el desastre y piensa qué el también podría estar sepultado debajo de las paredes desmoronadas.