Pidió diálogo a Gran Bretaña por el archipiélago, pero Londres calificó su pedido de "improcedente"; también EE.UU. desestimó el planteo sobre las escuchas por estar "fuera de agenda"
No tuvo una sola mención del drama de Rosario. Pero la Presidenta sí cosechó un inesperado cruce no sólo con Gran Bretaña, sino también con Estados Unidos, que, uno detrás del otro, rechazaron por "improcedente" y "fuera de agenda" el reclamo por Malvinas y su queja contra el espionaje norteamericano en la sesión que ayer presidió del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (ONU).
Londres fue un poco más lejos y aprovechó las alusiones que se le hicieron para defender la "legalidad" de las explotaciones de hidrocarburos" en el archipiélago. "Todas ellas se ajustan a la legalidad de las islas", aseguró el representante británico Mark Lyall Grant.
Lo curioso es que, tras haber invertido allí toda una jornada, la réplica llegó cuando Cristina Kirchner ya había abandonado la sede para emprender el regreso al país. Le tocó a la flamante embajadora Marita Percival poner pecho. "La posición de la Argentina sobre Malvinas es bien conocida y se hizo referencia a ella en el marco de numerosas resoluciones de las Naciones Unidas", ensayó.
Fue el corolario de una jornada en la que, lejos del horror rosarino, Cristina Kirchner se dedicó a cuestiones internacionales al explotar la circunstancial presidencia temporal y rotativa que tocó al país por un mes.
Pero no por eso se privó de criticar al organismo por "ineficaz" y obsoleto, sobre todo por el poder de veto de cinco de sus miembros. Entre ellos, precisamente, Estados Unidos y Gran Bretaña.
También, aunque sin mencionarlo expresamente, aludió al gobierno de Barack Obama cuando cuestionó "la falta de respeto a los valores democráticos" y al "sagrado derecho de las personas a su privacidad" por las operaciones de espionaje masivo. Fue la primera vez que la queja llegó a ese ámbito.
Durante más de seis horas presidió el consejo. Poco más de 14 minutos invirtió en un discurso sobre los "grandes problemas del mundo", para cuyo abordaje pidió "una nueva doctrina" y un "replanteo" de los organismos multilaterales, para que "sirvan para gestionar" las crisis.
Algo más cerca de lo doméstico, invirtió dos para renovar su reclamo de "diálogo" por las islas Malvinas, lo que disparó una posterior reacción de Londres, a los pocos minutos de terminada la sesión.
"No quiero introducir una polémica. Tampoco es que tengamos una actitud caprichosa. Simplemente queremos que se cumpla la resolución de las Naciones Unidas y que ambos países nos sentemos a discutir", dijo la Presidenta.
Casi como un minué repetido durante años, llegó la réplica. "Éste no es un diálogo de dos, sino de tres partes. Las opiniones de los isleños no pueden ignorarse", sostuvo un comunicado firmado por el embajador Grant. Poco antes, el diplomático había adelantado esa posición en diálogo con periodistas argentinos, entre ellos,LA NACION.
En un principio, pareció que la cosa quedaba allí. Llegó la pausa del mediodía y con ella un almuerzo y un brindis con champagne, cortesía de la Argentina, para más de cincuenta invitados. Los representantes de Londres y Washington fueron parte del convite y alzaron su copa por el país.
Fue en un coqueto restaurante a la vera del East River, que rodea la isla de Manhattan. La ascendente Samantha Powell, flamante representante de Estados Unidos ante la ONU, fue invitada a la mesa presidencial. "Es joven y talentosa", la elogió Cristina. Un poco más lejos, compartió mantel el británico.
Luego del champagne y de los postres, la Presidenta tuteló una nueva sesión de trabajo. Fue entonces cuando los discursos contra Estados Unidos se recalentaron. Venezuela denunció "hostigamiento" por el asilo que pidió el norteamericano que reveló las operaciones masivas de espionaje, Edward Snowden. "La seguridad del imperio parece estar de nuevo por encima de todos los valores morales", acotó el ecuatoriano Ricardo Patiño. El uruguayo Luis Almagro retomó la cuestión de Malvinas y reprochó la "explotación unilateral" de hidrocarburos en la zona.
A las 17 (las 18 en la Argentina), la Presidenta dio por terminada su actividad. Antes de dejar el edificio de las Naciones Unidas hizo breves declaraciones a la televisión pública. Otra vez, optó por no referirse a lo que ocurría en Rosario y volvió a las cuestiones internacionales. "La Guerra Fría terminó", recordó a Washington.
Ella ya no estaba cuando llegó la reacción, primero de Gran Bretaña e inmediatamente después, de Estados Unidos. En términos bastante similares, rechazaron por improcedentes y por estar "fuera del tema del día" las expresiones sobre Malvinas y sobre el espionaje.