De la mano del silaje y de la suplementación, la actividadvuelve a compartir el modelo con la agricultura.
Si bien se trata de una oportunidad, también representa un regreso a las fuentes. Las expectativas que hoy ofrece la ganadería, avaladas por indicadores económicos, le están devolviendo la chance de regresar como socia de la agricultura en los planteos mixtos. Cada vez son más los productores que, con capacidad para invertir en hacienda, se interesan por identificar la forma más conveniente de integrar su rotación agrícola con el silaje y la pastura.
Las ganas por volver a poner vacas donde aún se conservan los alambrados quedó demostrado este miércoles durante la Primera Jornada Córdoba Ganadera, realizada en el centro de convenciones del Dinosaurio Mall, en la ciudad de Córdoba.
La jornada, organizado por el Grupo Agrovoz, con el auspicio del Ministerio de Agricultura y Ganadería de Córdoba, el Instituto de Promoción de la Carne Vacuna Argentina (IPCVA) y entidades vinculadas a la producción, contó con una participación de un millar de personas.
La sociedad
La posibilidad de configurar un modelo mixto adecuado a cada necesidad es posible. “Integrar granos, silaje y pasturas en zonas agrícolas es rentable. Lo indispensable es hacerlo con eficiencia”, aseguró Marcelo De León, técnico del Inta Manfredi y especialista en forrajes conservados.
En Córdoba ya hay varios modelos en marcha que avalan esta afirmación. Su caracterización y logros productivos fueron parte de la Jornada Ganadera.
En plena zona núcleo, una unidad de producción intensiva de carne basa su existencia en la invernada de compra. Es parte de un modelo mixto que integra junto a la rotación agrícola conformada por la soja, maíz y la dupla trigo/soja.
“La ganadería se maneja con parámetros diferentes a los precios internacionales de los granos, que permiten balancear los números. El objetivo es producir más kilos por hectárea”, explicó Néstor Latimori, técnico del Inta Marcos Juárez.
En los últimos tres años, los resultados del modelo de producción de carne fueron competitivos: hasta mil kilos de carne por hectárea. Estos indicadores fueron posibles gracias al manejo del recurso forrajero, sobre la base de alfalfa.
“No hay que producir la pastura en los bajos ni en campos marginales. Esto puede ser una opción para la cría, pero para la invernada debemos utilizar los mejores suelos que, en el caso de tener cría propia, los va a potenciar”, sugirió el técnico.
Bajo ese modelo de intensificación, la invernada no se extiende más allá de 12 meses. El bache de invierno generado en la pastura es cubierto por reservas confeccionadas con silaje y el aportes de verdeos.
El aporte de energía a esa dieta es realizado con una suplementación diaria que equivale entre 0,6 y 0,7 por ciento del peso vivo. “La pastura tiene deficiencias nutricionales que, para que se traduzca en kilos, necesita otros requerimientos, como el grano y el silo”, ejemplificó Latimori.
Radicado en una zona donde los anegamientos han causado inconvenientes en los últimos años, el modelo de invernada también ha contribuido a la sustentabilidad ambiental. Allí las pasturas han logrado mitigar los excesos hídricos. Una especie forrajera bien utilizada puede requerir más de 1.500 milímetros de lluvia, casi cuatro veces más que una soja, que solo requiere 400 milímetros.
“En una invernada de compra, debo adecuar los tiempos a los precios y al clima. Cuando la relación de compraventa es favorable, la idea es hacer más ciclos al año. Ahí se puede apretar el acelerador y hacer hasta dos ciclos al año”, sostuvo Latimori.
En una coyuntura con una relación de precio más desfavorable para el gordo, la sugerencia es bajar la velocidad. Para el técnico, una estrategia puede ser “meterle más kilos a los terneros que se compran, y venderlos con 410 kilos; el límite de lo que el mercado permite y sin caer en castigos comerciales”.
Autoconsumo
A partir de una experiencia realizada en el Inta Manfredi, el autoconsumo de silaje de maíz es otra opción que los productores mixtos están adaptando. “No hay modelo ineficiente. La eficiencia se logra en función de cómo se aplica el modelo”, aclaró De León.
En los últimos 20 años, el área nacional destinada a la confección de silaje se multiplicó por siete: pasó de 270 mil hectáreas en 1995 a 1,8 millones hectáreas durante la campaña pasada. Gran parte de este crecimiento se debió a la decisión de los productores de suministrar esa reserva con la forma de autoconsumo.
En la zona de Colonia Almada, Hugo Cofanelli hace ganadería dentro de un modelo mixto. El sistema elegido para engordar la invernada de compra es el autoconsumo de silaje de maíz.
Allí, la producción de carne es parte de las 300 hectáreas del establecimiento, donde la principal actividad es la agricultura. En suelos clase 3, la rotación incluye trigo, soja y maíz. Para atender los requerimientos de la ganadería, el productor destina parte del maíz para picado y hacer silaje de planta entera. Los animales ingresan con 170 kilos de peso y se venden entre 350 y 360 kilos.
“La dieta la integran el suministro de silaje de maíz, con corrección proteica con grano de soja molido. El grano de maíz molido también tiene su proporción para la ganancia de peso diario, que ronda entre 900 gramos y 1,2 kilos por día, según el ciclo”, explicó Rubén Giménez, técnico del Inta Manfredi, quien sigue de cerca la evolución del planteo ubicado en la zona centro de la provincia.
Con el sistema ya consolidado, la apuesta de Cofanelli fue hacer en el ejercicio 2015/16 una sintonía fina sobre su funcionamiento. Para eso decidió implementar un manejo más homogéneo de las tropas. La división de los animales por peso, sexo y edad le permitió ajustar más las dietas.
Por la vigencia del ejercicio aún no dispone de los resultados productivos.
En el norte
En el sur del departamento Ischilín, sobre el pie de sierra, Horacio Valdez lleva a cabo un modelo de autoconsumo de silaje de maíz con el manejo de diferentes tropas.
“El sistema de producción es mixto, con una ganadería de ciclo completo sobre suelo de clase 4 y 6”, explicó el productor, durante su presentación en la Jornada Córdoba Ganadera.
En esa zona del templado semiárido del norte cordobés, el ternero se produce en la parte baja del establecimiento. En ese mismo lugar, Valdez hace la agricultura, cuya producción se reparte entre el abastecimiento para la ganadería y la venta comercial. En total, el sistema alimenta 400 animales.
Si bien el silaje de maíz aporta estabilidad al sistema, es en el corral de suplementación donde las diferentes tropas reciben la ración en función de sus requerimientos.
“La diferenciación la hacemos en el momento de la suplementación, a partir de los diferentes estadios de la invernada”, comentó el productor.
A la recría, los terneros ingresan con un peso vivo de 160 kilos, mientras que el umbral de la terminación es con 250 kilos. En esta última etapa, los novillos ganan 1,1 kilos por día.
Con una carga de cinco animales por hectárea, la productividad del sistema en terminación es de 1.184 kilos de carne.