En plaza San Pedro el Papa pidió rezar para que los que participaron de la Jornada Mundial de la Juventud de Río traduzcan esa experiencia en su comportamiento cotidiano y en "elecciones importantes de vida".
Francisco volvió a rezar el Ángelus este domingo en Roma, luego de su viaje a Brasil, donde presidió la 28ª Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), de cuya misa de cierre, hace una semana, en la plaza de Copacabana, participaron más de 3 millones de personas.
"Todos juntos debemos agradecer al Señor por el gran don que ha sido este acontecimiento para Brasil, para América Latina y para el mundo entero", dijo el Papa a las personas que, pese al intenso calor del verano italiano, se habían congregado en la plaza San Pedro para escucharlo.
"Ha sido una nueva etapa en el peregrinaje de los jóvenes a través del continente con la cruz. No olvidemos que las JMJ no son fuegos de artificio, momentos de entusiasmo en sí mismos, son etapas de un largo camino iniciado en 1985 por iniciativa del Papa Juan Pablo II. Él les confió la cruz a los jóvenes y les dijo: 'Vayan, y yo iré con ustedes'".
Quizá saliendo al cruce de quienes se dicen preocupados por cierta "papolatría" que se habría desatado en Brasil, Francisco señaló: "Recordemos que los jóvenes no siguen al Papa, siguen a Jesucristo llevando su cruz, el Papa los guía y los acompaña en este camino de fe y de esperanza".
El Papa agradeció a todos los jóvenes que participaron "incluso a costa de sacrificios", y pidió a Dios que recompensase a todos los que trabajaron para esta "gran fiesta de la fe". También tuvo especiales palabras para los brasileños: "Buena gente ésta del Brasil, un pueblo de gran corazón, no olvido su calurosa acogida y tanta alegría, un pueblo generoso, pido al Señor que lo bendiga mucho", dijo.
Pidió rezar para que los jóvenes que participaron "puedan traducir esta experiencia en su camino cotidiano, en el comportamiento de todos los días, en elecciones importantes de vida, respondiendo a la llamada personal del Señor".