Este avance de una start-up israelí recoge los síntomas de las personas cuando no pueden expresarlos y sirve para evitar diagnósticos erróneos.
Aquellas trasnoches, entre silencios e historias, dejaron una marca a la desarrolladora Galit Zuckerman. De madrugada, su madre llegaba desde el hospital de la zona donde se desempeñaba como enfermera.
Entonces, compartían sus experiencias del día. Mientras Galit relataba cómo había sido su jornada en la universidad, su madre le contaba algunas de las cosas -aquellas que podía- que había vivido en la guardia.
De todas esas historias, a Galit le produjeron una profunda impresión las referidas a los padecimientos que atravesaban los pacientes bajo anestesia, quienes durante las operaciones quirúrgicas "se despertaban por los dolores tan intensos que sufrían".
En 2008, fundó Medasense Biometrics, en Ramat Gan, a las afueras de Tel Aviv, donde comenzó a experimentar con distintos mecanismos para poder intentar monitorear el dolor de aquellos que no pueden expresarlo. A medida que realizaba distintos progresos, comprendió que no debía sólo ser útil para pacientes en la sala de operaciones.
Tras ocho años y cientos de pruebas y prototipos después, esta start-up presentó PMD-200, un sistema no invasivo, basado en un sensor que se coloca en un dedo del paciente y que recoge síntomas fisiológicos de importancia.
La idea fue una revolución en la manera en la que los médicos gestionan el dolor de los pacientes, ya que hasta la actualidad, la forma más común para reducir el sufrimiento y evitar los efectos secundarios era mediante analgésicos.
El sistema funciona a partir de una serie de algoritmos de inteligencia artificial, que traducen los signos en un "índice de dolor", al que los médicos pueden consultar como referencia en un monitor.
Una de las grandes ventajas PMD-200 es que ayuda a "evaluar el dolor en pacientes que no son capaces de hablar en esos momentos por sí mismos", como en las salas de cirugía, donde los pacientes normalmente están bajo anestesia.
"Actualmente no existen herramientas clínicamente aceptadas para evaluar objetivamente el dolor, como realizar una evaluación objetiva y precisa de éste. El sistema puede apoyar a los clínicos para optimizar y personalizar el tratamiento del dolor, lo que ayuda a mejorar los resultados del paciente en los hospitales, clínicas y en el hogar", explicó Galit Zuckerman, CEO de Medasense Biometrics.
El PMD-200 está todavía en período de ensayos clínicos en Israel, Europa, Estados Unidos y Canadá, aunque desde la empresa especulan con que comenzarán a comercializar el sistema a mitad de 2016 en el Viejo Continente.