Argentina está lejos de vivir la realidad tan ansiada que le permita ser un país asentado y trascendente, más de treinta años de democracia pasaron casi inadvertidos porque no fueron suficiente para consolidar a la nación sobre un sendero justo y seguro que le permita transitar sobre el porvenir serio y responsable.
Todos los gobiernos de las últimas décadas se matan para decir “su verdad a media”, pero están muy distantes de la realidad que precisa el país para superar sus enormes dificultades.
Por más que lo quieran negar los que se fueron, en la actualidad tenemos un país con la cuarta parte de su población en pobreza, las economías regionales quebradas; un déficit fiscal abrumador que en el primer semestre del año anterior alcanzó los cien mil millones de pesos lo que es una exageración como nunca existió en Argentina y lo convierte en un déficit superior al 7% comparado con el PBI; una inflación demoledora y constante que viene carcomiendo los salarios desde hace años ; caídas de las reservas del Banco Central, crisis energética, alta emisión monetaria, trabajo en negro y falta de trabajo para millones de ciudadano. Muchos políticos de la gestión anterior, a pesar de haber perdido las elecciones, continúan pregonando su carrusel de mentiras y trampas declarando “que ellos fueron los mejores” con lo cual, además de haber perdido la vergüenza, siguen enlutando a la nación sin tener la grandeza y la humildad de callarse. Por otro lado hay políticos nuevos que prometen “pobreza cero”, pero en menos de cien días de gobierno aumentaron dos veces los combustibles, lo que hace que el costo de la canasta básica siga trepando incansablemente multiplicándose la inflación y provocando estampidas de precios.
Así conviven una serie de incoherencias que desalientan a gran parte de la sociedad y la torna cada día más incrédula. Ante este panorama vemos y soportamos un diagnostico lamentable y preocupante para nuestro país y si a este desquicio económico le sumamos la catástrofe jurídica vinculada a los episodios actuales que a diario son denunciados por la prensa, nos damos cuenta que el panorama es poco alentador.
La falta de claridad que demostró el gobierno anterior con el caso de la muerte del fiscal Nisman a pesar del tiempo transcurrido, da una sensación de inseguridad y desasosiego; las acusaciones abrumadoras sobre el lavado de dinero y la construcción de hoteles por parte de la familia presidencial en Santa Cruz; la venta de dólares a término por el Banco Central, el negociado de cunas de bebes, y tantas causas más, van inflando un globo tan peligroso e impredecible que puede explotar en cualquier momento con consecuencias fatales para la sociedad y son muchos los argentinos que nos preguntamos ¿Qué clase de gobernantes hemos tenido? ,
Indudablemente acontecen estos males porque nuestro país tomó el camino equivocado y se apartó de la seriedad y del progreso austero, entró equivocadamente por una variante populista como lo hicieron otros países de la región y todos, sin excepción, fueron anclando su camino al porvenir pujante permitiendo el crecimiento de la desorganización y la corrupción a niveles inaceptables e insostenibles.
Esta corrupción se observa incrementada claramente entre otras cosas, en el mal manejo de la obra pública, en el negociado escandaloso de la venta de dólares a futuro por el Banco Central; en el nombramiento indiscriminado de personal en el estado; en la decadencia de áreas que antes estaban organizadas; en el enriquecimiento de muchos funcionarios; en el incremento de la inseguridad y la drogadicción; en usar el gobierno y fondos públicos para hacer militancia partidista. Todo esto es un conjunto de situaciones anormales que provocaron nuestra gran decadencia.
Argentina precisa recuperarse y tomar el sendero de la seriedad y la organización esto le permitirá reencontrarse con la república. Los argentinos hoy más que nunca precisamos la República y si nuestros gobernantes desvían el camino “Que Dios y La Patria lo demanden” porque así lo juraron y así debe ser, para respeto de millones de ciudadanos ansiosos de vivir en una nación seria y con futuro prometedor para las nuevas generaciones.
Walter Bonetto
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